ME VOY A DAR LA VUELTA AL MUNDO EN TREN: Días 9 y 10

DÍA 9 DE MARZO

NOS CANCELAN EL VUELO

Fue lo primero que leyó Hasier al despertarse. Abrió su mail y…

Antes de comenzar el viaje ya habíamos renunciado a atravesar China por las múltiples dificultades de entrada en otros países que nos iba a acarrear. Como alternativa habíamos decidido dar el salto a Seul (Corea del Sur) desde Mongolia y desde allí a Vietnam. Pero esta decisión también estaba en “cuarentena” puesto que íbamos viendo que las cosas en Corea del Sur iban a peor. Tan a peor que en los últimos días habíamos vista que viajeros procedentes de Corea del Sur empezaban a ser rechazados por diversos países.

Incomprensiblemente, para nosotros, la gran mayoría de los vuelos que parten de Ulan Bator, la capital de Mongolia, tienen escala en Seul, y además han sido suspendidos hasta no sé qué fecha. Bueno, sin alargarme con nuestras miserias, estábamos (estamos) en la encrucijada de Mongolia sin saber exactamente qué conexión podríamos tomar que nos dejase en Hanoi. Así que, en un último giro, justo la noche anterior habíamos acordado un nuevo itinerario que parecía que no iba a presentar muchos problemas: Desde Mongolia viajaríamos a Japón y de ahí a Vietnam. Así que compramos los VUELOS. 

Claro está que estamos a la espera de que nos devuelvan el dinero del vuelo suspedido y mientras tanto, ahora mismo, tenemos 28 h de tren por delante, ¡¡¡¡¡con WIFI!!!!!!, para intentar arreglar ese nudo gordiano.

Más allá de este susto inicial, nos fuimos a hacer la visita guiada que nos había fallado la tarde anterior. Nos encantó. Sí, Volvimos por los mismos lugares que ya habíamos visto la tarde anterior, pero narrado y explicado maravillosamente bien por Camilo, el guía que nos acompañó.

Otro tour privilegiado: SÓLO 4 personas. Y ¡LOS CUATRO VASCOS! Los otros dos, tío y sobrina, del entorno de Durango (Bizkaia). Después del tour nos fuimos a comer juntos.

Camilo hablaba mucho y bien, era de Colombia residente en Moscú desde hace 3 años, lo que nos ofrecía otro nivel de “imparcialidad” en su visión del país. Sí, digo esto porque muchas veces tengo la sensación de que te cuentan las cosas un poco “adaptadas”, no con mala intención, pero siempre resulta más fácil que un extranjero te cuente la vida de ese país desde su experiencia, y si es un guía, mucho mejor.Camilo era muy buen guía, respondía a muchas de nuestras preguntas antes de que se las hiciésemos, pero en algún momento era obligado interrumpirle para seguir saciando nuestra curiosidad: ¿Por qué los rusos son como son y por qué viven como viven? ¿Cuánto gana un maestro? ¿Cuál es el nivel de desempleo? ¿Cómo se produjo la transición del Comunismo al Capitalismo? ¿Por qué hay tantos millonarios en Moscú? Y sobre todo: ¿Por qué son tan serios que parece que te están mirando mal todo el día?

En eso de la seriedad tiene mucho que ver la cultura soviética. Sonreir y ser amable incluso estaba considerado de mala educación en épocas anteriores, nos contaba Camilo. Supongo que antes de la Revolución tampoco tendrían muchas razones para ser amables, pero la cuestión es que el sistema soviético afianzó esa “actitud”. Luego, nos decía Camilo con muy buen criterio, llegado el Capitalismo, las culturas, las actitudes, los comportamientos, no cambian de la noche a la mañana, este tipo de cambios necesitan décadas. Y eso sí se propueven, claro.

Me encantó conocer un poco mejor a los rusos. Lástima de las barreras tanto de idioma como culturales.

Siguiendo nuestra apretada agenda, después de comer con los compañeros vascos, recogimos la maleta y tomamos camino de la estación. A las 16,38h partíamos a nuestro siguiente destino, Ekaterimburgo, justo donde  empieza la Rusia Asiática.

Nos instalamos en nuestro compartimento. ¡Había WiFi! Esta vez teníamos un compañero de viaje, un joven ruso que hablaba inglés. Pero daba igual, no tenía ninguna intención de conversar. En todo el trayecto que hicimos juntos, lo justo exbozó una leve sonrisa y ya al día siguiente un rato antes de bajarse del tren. Tampoco es que apareciese por el compartimento. Seguramente se fue al vagón restaurante y allí se quedó toda la tarde. Para nosotros, mejor, ya que no tenía ganas de hablar, más espacio para ir cómodos.

Buscar alternativas a nuestro nudo gordiano mongoliano, nos mantuvo ocupados el resto de la tarde.


DÍA 10 DE MARZO

ATASCADOS

Gran noche de sueño reparador. Sábanas y almohada olían a limpio y como que daba más gustiito irte a la cama.

La tarde anterior ya habíamos empezado a ver nieve por la ventanilla, pero al levantarnos todo el paisaje estaba completamente nevado. Los mismos bosques de siempre pero con nieve.

Eran las 8,15 h, Hasier y el compañero de camarote seguían dormidos así que me salí al pasillo a hacer fotos. El paisaje discurría monótono: bosque, casitas, pueblitos, alguna persona andando por un camino… nada especial, pero muy agradable y relajante.

Empecé a sacar fotos a lo tonto y lo que antes me parecía un paisaje monótono se convirtió en un espacio de enormes posibilidades. Tuve que aflojar el “gatillo” porque esa cantidad de fotos iban a ser imposibles de filtrar. ¡Con lo que nos cuesta a los foteros borrar una foto, aunque esté repetida 10 veces!

Al otro lado del pasillo una azafata también salió a contemplar el paisaje. No me pude resistir en sacarle una foto aún a riesgo de recibir una buena reprimenda… en ruso. Un poco más tarde, siempre “casualmente” un vecino de camarote también se me coló en la foto. Esta vez ya tenía la técnica depurada y no corrí peligro.

La gente del resto de cabinas iban saliendo al baño, justo uno que pasó a mi lado me saludó como haciéndome un favor. Más que un saludo me pareció un gruñido.

Nos trajeron el desayuno que teníamos contratado y después de un rato nos fuimos al vagón-restaurante. Terrible pero el paisaje no hacía nada más que llamarme para que que le hiciese fotos y más fotos, así que decidí dejar de mirar por la ventanilla y centrarme en las mejores fotos que ya tenía.

El WiFi no era nada bueno, se iba y venía constantemente, nos llevó un buen rato, pero al menos pudimos trazar un plan para salir del nudo gordiano en que se nos había convertido Mongolia. Evidentemente las cosas del coronavirus iban a seguir cambiando el mundo en los siguientes días, pero teníamos que avanzar, ya que en pocos días íbamos a llegar a ese país.

Ekaterimburgo. ¿Alguien había oído hablar sobre esta ciudad alguna vez? Yo sólo al organizar el viaje. Ekaterimburgo está a 1834 km de Moscú. Es la capital de los Urales y parada obligatoria del Transiberiano, según dicen. Es la cuarta ciudad del país y lugar en el que se unen Europa y Asia.

Dato curioso es que en 1963 Fidel Castro visitó la ciudad y que ese mismo año registró once nacimientos con el nombre de Fidel en homenaje al dirigente cubano. Otro episodio histórico destacado, mucho más reciente, tuvo lugar el 15 de febrero de 2013, cuando un enorme meteorito cruzó la ciudad y cayó en el lago Chebarkul, en Cheliábinsk, a unos 210 km al sur, pero notándose la onda de choque. 

A las 20,15 hora local, llegamos a nuestro destino. Se notaba que había dejado de llover hacía bien poco. En torno a los cero grados, sin viento. Bastante llevadero. El hotel estaba a 10-12 min así que nos fuimos andando. Antes de salir a dar un paseo volvimos a ver las combinaciones posibles para llegar a Vietnam desde Mongolia sin pasar ni por China ni por Corea del Sur. Las pocas posibilidades que habíamos ido vislumbrando en el tren, literalmente habían desaparecido. Estábamos atascados sin saber ni qué hacer ni a dónde ir. El cansancio nos estaba afectando y ya no podíamos pensar con claridad, así que decidimos dejarlo y madrugar al día siguiente para abordar el problema con la cabeza despejada. 

Eran cerca de las 22 h y había muy poca gente por la calle, lógicamente. El centro de la ciudad estaba muy cerca así que nos fuimos dando un paseo.

Una de las cosas interesantes que tiene Ekaterimburgo es que todas la zonas “visitables” están unidas por una línea roja en el suelo, de manera que siguiéndola puedes ver la ciudad y sus atractivos sin perderte. Pues justo en el centro vimos a lo lejos una iglesia por la que pensamos que podría pasar esa línea roja, y efectivamente, allí estaba. Esto nos facilitó el comienzo de nuestro paseo del día siguiente puesto que ya sabíamos por dónde empezaR.


DÍA 9 DE MARZO








DÍA 10 DE MARZO
























5 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Mientras vosotros estáis con vuestras movidas, aquí tampoco faltan, ahora habla el presidente de gobierno intentando apaciguar los ánimos que parece que están bajos, en Granada varios super están desabastecidos a media mañana. ¡¡Que malo es el miedo!!, por vuestras sonrisas os veo tranquilos, es lo mejor, al mal tiempo buena cara, dice el refrán.

Buen viaje y recordaros que Phileas Fogg también tuvo sus problemas en el viaje.

Juan L. Trujillo dijo...

Lo malo son los problemas que te indican que no debes moverte del sillón y hasta empieza a faltar hasta el papel higiénico.
Aquí los problemas empiezan a parecer serios y los de mi edad estamos casi obligados a no ver la calle, como no sea desde el ventanal.
Vuestros problemas se solapan con las grandes vivencias.
Abrazos.

manouche dijo...

Mala suerte con el corona virus, por la China ay que esperar dias mejores.

BLOG DE TOÑO - AMA - dijo...

Desde nuestro encierro todavía es más hermoso vuestro viaje,

Tracy dijo...

GRACIAS POR LLEVARNOS DE VIAJE, CUANDO NOSOTROS NO DEBEMOS SALIR DE CASA.

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