Hablábamos el otro día del general romano que tiraba monedas graciosamente a un lado y al otro ante una chusma hambrienta.
Todo evoluciona.
Habréis leído últimamente que en los últimos años, Bill Gates, junto con su esposa Melinda, se han puesto a salvar el mundo ellos solitos (o casi), a golpe de talonario. Estamos hablando de que el amigo Bill, el hombre que ha permanecido en el primer puesto de la lista Forbes de mil-millonarios por más tiempo, 17 años, ha entregado casi al completo su tiempo, experiencia y, sobre todo, buena parte de su fortuna, 37.000 millones de nada, a la filantropía. Fortuna que se cifra en 65.000 millones de euros.
Ya Los oligarcas del siglo XIX habían entendido muy bien lo que significa ser rico cuando hay mucho pobre por el medio, así que decidieron empezar a recrear su imagen para generar un prestigio social dentro de una población ignorante y hambrienta.

Efectivamente, todo evoluciona, la caridad ahora se llama "Filantropía".
Pero atentos a la jugada: Amancio Ortega, creador del imperio Inditex, que no quiere ser menos, con un tesoro personal valorado en 58.300 millones, también se quiere dedicar a la filantropía. Bueno, él igual lo sigue llamando "caridad", porque en este país somos más de al pan pan y al vino vino.
El bueno de Amancio, eso sí, no puede obviar los tópicos y ejerce de gallego de chiste, así que se ha gastado sólo un poco de calderilla, 320 milloncejos de nada, que comparados con los 37.000 millones del Billy parece una broma de mal gusto.
Críticas sí que hay, pero loas mucho más. Hasta dar verguenza ajena si hace falta. Y es que socialmente estamos encantados de ser dóciles y sumisos con tal de ganarnos el favor de esta gente. Porque para conseguir que nos caiga una mísera limosna, somos capaces hasta de aplaudirles con las orejas.
Y por supuesto, si hay que humillarse se humilla, que si no se va con el parné a otro sitio, que hay mucha competencia.
Será por gente dispuesta a perder la dignidad…