¡POBRES POBRES!


Leía el otro día: ""Sin techo rechaza la caridad de Ana Botella"

Y es que n
adie quiere "dar pena", nadie quiere "caridad", porque cuando damos pena, cuando vivimos de la caridad es cuando sentimos haber perdido toda la dignidad como personas.

Los que tenemos (en apariencia) la vida resuelta, tendemos a confundir la "caridad" con la "justicia", y así creemos haber cumplido nuestra cuota solidaria aportando una pequeña cantidad de dinero a una ONG o dando una limosna a algún "pobre" del barrio.

Me contaba mi madre, que cuando era muy niño, cada una o dos semanas pasaba por casa "un pobre" a pedir y que ella le solía dar comida. Era "nuestro" pobre. Recuerdo que me lo contaba con un sentimiento de lástima, como si ser pobre fuese algo que viene con los genes, como si el mundo estuviese dividido entre ricos y pobres por mandato divino , como si fuese el papel que te ha tocado interpretar en este mundo.

Ya un poco más mayor, me di cuenta de que esto no es un problema de genes, ni de que estemos o no predestinados. Enseguida comprobé que es simplemente un problema social, un problema de reparto de la riqueza en el que unos saben cómo acaparar todo, otros no tienen ni la más mínima oportunidad y el resto nos quedamos en el medio, siempre rozando el abismo hasta... que caemos en él.

Esta situación no nos ha generado mayores problemas de conciencia  mientras las cosas han ido bien (tengamos en cuenta que los pobres de solemnidad están bastante lejos, en África), al fin y al cabo no eran tantos y podíamos mantenerlos.

¡Qué bien nos sentíamos!

Ahora todo ha cambiado. Ahora los "pobres" representan un sector cada día mayor en nuestra sociedad. Ahora el pobre está cerca, muy cerca, puede ser el vecino del tercero, que hasta hace poco tenía una casa y una vida. Se habla de que más o menos el 20 ó 25% de la sociedad está en esta situación.

Hemos vivido tan bien, que todavía no hemos asimilado esta gran tragedia. Da la sensación de que nos hemos quedado paralizados, sin capacidad de reacción. Parece como que sólo nos movemos para que a nosotros no nos pase, que no nos lleve el tsunami. Y esta es la gran tragedia: nuestra falta de solidaridad, nuestra falta de compromiso para que esto que está sucediendo deje de suceder.

Estos son tiempos de cambio en muchos, en todos los sentidos. Nada va a quedar como estaba, ni siquiera nuestra manera de pensar, ni siquiera la mayoría de los principios que creíamos inamobibles. Son tiempos en que es mejor adelantarnos a los acontecimientos y reaccionar. Son tiempos en los que tenemos que dejar claro que la injusticia, la pobreza, la miseria, ... la riqueza, no son roles sociales establecidos por un ser divino  y que sólo son producto de la avaricia, de la codicia, de la falta de solidaridad humanas, pero que tienen remedio.

Ahora que todo está patas arriba, ahora que todo está en proceso de cambio, ahora que los poderosos han apostado fuerte por mantener el poder y el control social, ahora y sólo ahora es el momento de decir "hasta aquí hemos llegado".

Cuenta el gran humanista que es Jose Luis Sampedro, que en Andalucía un grupo de jornaleros esperaban en la plaza del pueblo a que el cacique llegara y les contratara por un jornal. Era época de elecciones y el cacique al llegar propuso pagar un duro a cada jornalero a cambio de que votaran a dicho cacique pero uno de los jornaleros le tiró el duro a la cara y le dijo "en mi hambre mando yo".

¡No queremos caridad, queremos justicia!

6 comentarios:

Myriam dijo...

Bien dicho, Javi.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Myriam:
Muchas gracias. Me alegro de compartir estos sentimientos contigo.
Un beso.

Fernando López dijo...

Muy cierto Javier. El otro día leía una noticia que decía que en España hay 20 millones de smartphones. Con eso creo que se dice todo. Lo de la solidaridad ya sabes que es selectiva siempre por lo que es mejor que cada uno haga su poco a poco.

Excelente la anécdota. Un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Fernando:
Bueno, lo del smartphone que no falte. Al fin y al cabo es un símbolo del siglo XXI. No puede faltar en ninguna casa.
Un abrazo.

Caminante dijo...

Importante reflexión Javi
La pobreza es una tara y percibirla como una oportunidad para ejercer tu caridad es un arrebato de soberbia propio de meapilas.
La pobreza es un recordatorio de lo que queda por hacer.
Cuidate

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Jose Luis:
Efectivamente. Sobre todo es un recordatorio de lo que se ha hecho y se sigue haciendo mal.
Un abrazo.

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