ALARMADOS



Hay cosas que hacemos los humanos, que podrían dar nombre a una época o un cambio de época, según se mire. En marzo de 2010 escribía una entrada titulada COMPRO JOYA, VENDO ORO, en la que ironizaba sobre los negocios financieros que habían florecido como amapolas en el campo poco tiempo atrás, en plena bonanza económica, y de cómo se vieron desplazados por los de COMPRO ORO en ese momento, en el que el desempleo empezaba a significarse.

Ahora que le hemos dado una vuelta de tuerca al desempleo, poniéndonos en tasas absolutamente indecentes, nos bombardean con eso de "ponga una alarma en su casa y contrólela desde su teléfono móvil". Ya sabéis lo que esto quiere decir, ¿no?: "Con tanto paro no te puedes fiar de nadie, así que... mejor tomas medidas". Y es que, si os habéis fijado, la publicidad es tan intensa en todos los medios, que seguro que el personal, que ya está acojonado de por sí por todo lo que está pasando, sale corriendo a comprarse una alarma anticacos. Vamos, que va a ser el negocio de los próximos años.

Todavía recuerdo aquella época, cuando era un crío, en la que las puertas de las casas siempre estaban abiertas, la chavalería entrábamos y salíamos de una casa y de otra como Pedro por su casa (valga la redundancia). ¡Qué tiempos! No éramos tan "ricos", pero éramos inmensamente más felices.

Ahora, eso de dejar abierta la puerta de casa, ya no se estila. Bueno sí; tienes que irte un poco lejos, pero todavía hay lugares donde el forastero es bien recibido, es invitado a la casa y es agasajado como si fuese un día de fiesta. Sí, todavía hay lugares donde las puertas de las casas están abiertas todo el día, los niños entran y salen, corren saltan sin importar que ensucien una alfombra inexistente. Sí, todavía hay lugares donde se sonríe al vecino, se habla con él, no sólo del tiempo en el ascensor, sino de la vida, de los pensamientos, de los sentimientos, y se comparte lo que se tiene. Sí, pero tienes que irte lejos, tienes que irte al tercer mundo, tienes que irte a alguno de esos países de los que nunca te llegan noticias, porque son "países olvidados". Tienes que ir muy lejos, pero sobre todo tienes que mirar, observar, sentir.

El otro día, en la panadería, delante de mi había un negro comprando el pan. La dependienta le devolvió 5 centimos. Él, que no hablaba español, le hizo un gesto para que se los quedase. Observé la cara de él y vi una sonrisa sincera. Observé la cara de ella y vi una cara de sorpresa. Tal vez no signifique nada o tal vez signifique mucho.

¡Lo que nos estamos perdiendo, amigos!


Este video lo conocí en el blog SOUL BUSINESS, de Fernando López, un viajero con alma.

10 comentarios:

Astrid Moix dijo...

Realmente la sonrisa es un lenguaje universal. Ojalá lo practicáramos más. Gracias por la reflexión y por el ejemplo de la panadería. Muy significativo.
Un abrazo,

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Astrid:
Hay que superar los miedos y volver a mirar con cara de niño. Esa que hemos olvidado en los túneles del tiempo.
Un abrazo.

Katy dijo...

Cuando la desconfianza se instala en nuestra vida estamos perdiendo mucho. Justo ayer me dijeron que nuestra zona están entrando en las casa por la puerta sin fi¡orzar. Hay un material con la quew copian tu cerradura hacen la llave mestra. Nio ruido siquiera. Ya tengo gente conocida que le ocurrió mientras dormían. Terrible esto del miedo.
Pero sigo optimista a pesar de todo aunque no tanto como para dejar la puerta abierta.
"¿Cuándo regresará esa sonrisa que me desnuda en cuerpo y alma?"
Jenniley Bonilla
Afortunademente la mía aún no se ha borrado.
Un abrazo

A.L. dijo...

¿Quién controla a los de compra y venta?
Lo depuertas abiertas me lo ha contado mi madre. Ahora hasta para bajar la basura echamos la llave.
Que bueno el video. Ya sabes la sonrisa es lo último que debemos perder.
Buen post.
Un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Katy:
No podemos dejar de ser positivos y optimistas, aunque para esto último haga falta un esfuerzo añadido en los tiempos que corren.
Pero insisto en ello. Y además con una sonrisa.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola A.L.:
Ya sabemos que no les controla nadie. Ahí está la gracia. Sino a nadie se le ocurriría montar un chiringuito de esos.
Un abrazo.

Caminante dijo...

Hola Javi
Lo de la panadería...no tiene precio!
Yo...ya ni alarmado, ni naaaa, qué quieres que te diga, me reafirmo en mi vieja idea de retirarme a las Fidji y montar un chiringuito especializado en mejillones en escabeche, total, abres la lata y marchando...
Cuidate

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Jose Luis:
Mejor nos compramos una isla griega, que están de rebajas :)
Un abrazo.

Fernando López dijo...

Geracias por la mención Javier. hay cosas que se añoran y una de ellas es esa forma de vida en la que el hombre creía en el hombre. Afortunadamente todavía hay muchos ejemplos. Estupendo el ejemplo de la panadería.

un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Fernando:
Un placer compartir este tipo de cosas y muchas más.
A pesar de todo, aunque a veces no lo parezca, sigo creyendo en el ser humano.
Un abrazo.

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