UNO DE LOS NUESTROS

Lo que me preocupa del deporte es la capacidad que tiene de “fanatizar” al personal. Agradecido estaba yo a los dioses de que mi hijo, de niño, prefiriese la “pelota mano” al futbol, pues estaba (y estoy) muy alarmado por lo energúmenos que podemos llegar a ser los padres (y cada vez más madres) cuando nuestro hijo coge el balón y… falla. He visto cosas… que no podéis ni imaginar. ¿O sí?

Bueno, el hecho es que yo pensaba que en “pelota” las cosas serían más “tranquilas”, que los padres serían más “civilizados” y (una vez más) me equivoqué. Si es cierto que en “pelota” no hay tanto energúmeno, pero los hay. El final de esta historia es que mi relación con el deporte escolar acabó ya hace unos cuantos años cuando Hasier perdió el interés por la pelota.

La reflexión de hoy viene en relación a ese egoísmo, que entiendo innato, que nos hace sentir interés y/o preocupación solamente “por los nuestros”. Damos un salto al deporte profesional y oímos a los locutores de turno y muchas veces a los propios deportistas perlas del tipo: “Me merezco este triunfo porque he trabajado mucho para conseguirlo”. Como si los demás no se hubiesen esforzado para ello.

Partiendo de esa base tan sencilla como simplificadora de una realidad que no queremos ver, hacemos tabla rasa y juzgamos a los demás (seguimos hablando de deporte, no nos despistemos). Así, nos fijamos en los errores arbitrales cuando afectan a “los nuestros” y somos más condescendientes cuando es al contrario al que perjudican. Nos acordamos la madre del defensa “leñero” del equipo contrario y sólo hablamos de la “contundencia” con la que defienden los nuestros. Nos apuntamos al carro vencedor (“hemos ganado”, “somos campeones”) porque hemos estado ahí, dando el callo, como un jugador más. Y finalmente hacemos patria cuando el triunfo ha sido de tal calibre que “hemos” alcanzado un campeonato mundial. Pero todo hay que decirlo, con deportes como el balonmano o hockey parece que el sentimiento patrio mira para otro lado.

Bueno, no me quiero ir por las ramas.

Y aquí es donde estalla la sinrazón. Esa que nos preocupa tanto cuando vemos a las masas enfervorizadas decir y hacer barbaridades. Esa que hace estremecerte cuando piensas en lo que sería capaz de hacer en cuanto alguien agite la bandera un poco más de la cuenta.

Y es que los ecos patrioteros del Campeonato Mundial logrado en julio no se han acabado todavía. Mucho patriota sigue cantando “Soy español, español, español”, mientras enarbola la bandera del “nosotros”. Y todavía no he oído a ninguna autoridad decir que “… tranquilos que esto es sólo un deporte”. Supongo que interesa mantener viva la llama del “Santiago y cierra España” que decía el Capitán Trueno (que por cierto se está convirtiendo en un personaje de cine en tres dimensiones).

El cine siempre ha sido un fiel e interesado y reproductor de estos intereses patrioteros. Todas las grandes películas que nos hablan de la terrible guerra del Vietnam (por poner un ejemplo) sólo nos muestran el punto de vista de uno de los bandos (curiosamente el perdedor, en este caso): lo mucho que sufrieron, las secuelas cuando volvieron a casa, las barbaridades que cometieron los otros y finalmente los propios también. Los vietnamitas aparecen en las películas como muñecos de feria a los que se dispara y caen. Parece que no tienen familia, hijos, sentimientos e ilusiones por el futuro.

Así no es la vida pero así nos la cuentan.

Sólo tengo una referencia de un director que se ha preocupado de dar la visión del otro bando (seguro que habrá más). Es Clint Eastwood, que a través de dos magistrales películas nos ha tratado de mostrar lo terrible de la guerra y la visión de ambas partes. Las películas son “Cartas desde Iwo Jima” (2006), que nos muestra la visión del bando japonés y “Banderas de nuestros padres” (2006), que nos muestra la visión norteamericana.

Hace unos cuantos años vi una obra de teatro, de la cual sólo me acuerde de que el personaje principal aprovechaba cualquier circunstancia para preguntar y preguntarse a ver si cado uno del resto de personajes "es de los nuestros o es de los otros", como tratando de identificar y diferenciar a los “amigos” de los “enemigos”. Y es que esto de pertenecer a un “club”, a un grupo con el cual tienes afinidad siempre es tranquilizador, puesto que unidos podéis contribuir a objetivos que individualmente son inalcanzables. En eso se basa la socialización, supongo. Lo malo es cuando convertimos ese “club” en un “destino en lo universal” donde el resto aparecen como “los otros”. A partir de ahí es cuando la hemos “cagao”.

Por estas y por muchas más razones, suelo vivir alejado de estos “clubes” y de aquellos grupos que quieren montar “clubes” parecidos. A veces desespero, pero cada día estoy más convencido de que existe una masa silenciosa, una masa que no se deja notar, que está harta de todo esto y que cualquier día de estos lo va a decir claro y conciso.

Yo mientras tanto estoy con Groucho Marx cuando dijo aquello de que “Nunca pertenecería a un club que me admitiese como socio”.

Por cierto, me parece maravillosa la cura de humildad que “nos” han dado los argentinos en futbol y los serbios en baloncesto.

4 comentarios:

Katy dijo...

“Nunca pertenecería a un club que me admitiese como socio”.
Un joya tu entrada. La verdad que una masa enfervorizada es un peligro, sea cual sea lel motivo que les une.
Cuando nos daremos cuenta los y los otros somos lo mismo, y vamos en el mismo barco, nos guste o no.
Dan ganasa de decir, paren este tren que yo me bajo.
Un abrazo y buen fin de semana

Fernando López dijo...

Hola javier:

me ha encantado el planteamiento que comparto absolutamente. Tendemos a la alienación, jugamos a caballo ganador siempre, pero muchas veces no sabemos por qué.
Nos valemos del deporte, del cine, de la música etc... y queremos proyectarnos siempre como lo más de lo más ocultando nuestras propias miserias y perdiendo, por tanto, nuestro porpio criterio, aquello nos hace diferentes y por consiguiente enriquecedores.

Gran Groucho.
Un abrazo y feliz fin de semana

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Katy:
Gracias por la alabanza.
Aunque sea doloroso, pero el tiempo nos pone en nuestro sitio. Ya ves, tanto bombo y platillo y en dos días "nos" han dado un repaso en dos de los deportes de los que presumimos ser los mejores.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Fernando:
Ya me gustaría poder "sacar pecho" porque somos un país que destaca en solidaridad, justicia social, etc.
Aun así yo sería de los que lo harían con modestia y respeto, que es lo que nunca se debe perder.
Un abrazo.

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