Tengo que decir que hace mucho tiempo que “paso” de las noticias relacionadas con el G-20. Hace mucho tiempo que he dejado de confiar en que los representantes de los países más poderosos de la Tierra vayan a decidir algo que realmente sea positivo para la humanidad.
No sé si habrá encuestas que lo demuestren, pero estoy seguro de que si preguntásemos a la gente qué es eso del G-20 y si sabe cuáles han sido sus últimas decisiones, lo más que nos diría es que le parece muy mal (o muy bien) que las hijas de Zapatero salgan así de mal (o así de bien) vestidas en una foto oficial.
¡La madre del cordero! ¡¿Hasta aquí nos han anulado nuestra capacidad de reflexión, nuestro sentido crítico?!
Supongo que esto es el reflejo de una situación de hartazgo de una sociedad que “pasa” de unos dirigentes que cada día están más lejos de la realidad.
Eduard Punset en su post “¿Cuántas realidades existen?” (el cual os recomiendo que no os perdáis) nos viene a decir que al menos hay dos realidades: la cotidiana de la gente sencilla, que hace cosas sencillas en su día a día y la de los que nos venden constantemente los medios, que es la de las guerras y la de las noticias truculentas. Y que estas últimas no dejan de ser una ínfima parte de la realidad de la humanidad.
“¿Tanto cuesta desenmascarar a los ruidosos pregoneros del insulto y del dolor? Se diría que su realidad es la única que existe, cuando representa una ínfima parte de la misma”, finaliza Eduard.
Insisto no os lo perdáis.
Rebuscando en las razones de este (cada vez mayor) distanciamiento entre la sociedad real y los que la dirigen, un amigo mío dice que “lo que pasa es que los políticos follan poco o nada”. Continúa mi amigo diciendo que “no es lo mismo afrontar un día de trabajo sin más, que después de haber hecho el amor con tu pareja. En este último caso seguro que vas a trabajar con una amplia sonrisa y tomas otro tipo de decisiones”. Y es cierto. Me apunto a este argumento. Estoy convencido de que si nuestros dirigentes hiciesen más veces “el amor” las cosas seguro que serían de otra manera. No estoy pensando en Berlusconi precisamente, el cual dudo mucho que haya hecho “el amor” alguna vez.
Dedicar un poco de tiempo (o mucho, dependiendo de las habilidades de cada uno/a) a buscar el Punto G no les vendría nada mal a toda esa “cuadrilla”. Y entiéndase, tampoco me estoy refiriendo a lo que ha estado haciendo Zapatero hasta que le han admitido en ese Club de privilegiados. No. Me estoy refiriendo al tiempo que tiene que recuperar la señora del video para ponerse al día.
¡Feliz Punto G!
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No sé si habrá encuestas que lo demuestren, pero estoy seguro de que si preguntásemos a la gente qué es eso del G-20 y si sabe cuáles han sido sus últimas decisiones, lo más que nos diría es que le parece muy mal (o muy bien) que las hijas de Zapatero salgan así de mal (o así de bien) vestidas en una foto oficial.
¡La madre del cordero! ¡¿Hasta aquí nos han anulado nuestra capacidad de reflexión, nuestro sentido crítico?!
Supongo que esto es el reflejo de una situación de hartazgo de una sociedad que “pasa” de unos dirigentes que cada día están más lejos de la realidad.
Eduard Punset en su post “¿Cuántas realidades existen?” (el cual os recomiendo que no os perdáis) nos viene a decir que al menos hay dos realidades: la cotidiana de la gente sencilla, que hace cosas sencillas en su día a día y la de los que nos venden constantemente los medios, que es la de las guerras y la de las noticias truculentas. Y que estas últimas no dejan de ser una ínfima parte de la realidad de la humanidad.
“¿Tanto cuesta desenmascarar a los ruidosos pregoneros del insulto y del dolor? Se diría que su realidad es la única que existe, cuando representa una ínfima parte de la misma”, finaliza Eduard.
Insisto no os lo perdáis.
Rebuscando en las razones de este (cada vez mayor) distanciamiento entre la sociedad real y los que la dirigen, un amigo mío dice que “lo que pasa es que los políticos follan poco o nada”. Continúa mi amigo diciendo que “no es lo mismo afrontar un día de trabajo sin más, que después de haber hecho el amor con tu pareja. En este último caso seguro que vas a trabajar con una amplia sonrisa y tomas otro tipo de decisiones”. Y es cierto. Me apunto a este argumento. Estoy convencido de que si nuestros dirigentes hiciesen más veces “el amor” las cosas seguro que serían de otra manera. No estoy pensando en Berlusconi precisamente, el cual dudo mucho que haya hecho “el amor” alguna vez.
Dedicar un poco de tiempo (o mucho, dependiendo de las habilidades de cada uno/a) a buscar el Punto G no les vendría nada mal a toda esa “cuadrilla”. Y entiéndase, tampoco me estoy refiriendo a lo que ha estado haciendo Zapatero hasta que le han admitido en ese Club de privilegiados. No. Me estoy refiriendo al tiempo que tiene que recuperar la señora del video para ponerse al día.
¡Feliz Punto G!