La pasada semana viví con estupor y tristeza el despliegue alrededor de las elecciones griegas.
Grecia, país pequeño, insignificante, país que apenas salía en prensa tan sólo hace unos pocos años, país que sólo nos sonaba porque recordábamos algo sobre las primeras civilizaciones o porque hemos conocido a dioses y héroes de su mitología en el cine, tantas y tantas veces. Pero sobre todo porque quien más o quien menos conoce a alguien que se ha ido allá de viaje de novios.
Esto es Grecia para la gran mayoría.
Ahora Grecia está en el candelero. Criticado, vapuleado, despreciado, ninguneado..., todo el mundo que se dice desarrollado tiene algún tipo de interés más o menos confesable, más o menos inconfesable allí. Por el bien común, no se podían arriesgar a que los griegos eligiesen libremente. No, había que hacer lo imposible para que el resultado no enfadase a los todopoderosos "Mercados". Y curiosamente han vuelto a ganar aquellos que hundieron a Grecia en la miseria.
Y ahí estaba el ciudadano medio, delante de su urna sin saber qué papeleta coger, a quién agradar, enfrentado a sus propios miedos, a sus fantasmas, y a los del resto de Europa. Enfrentado a un negro, negrísimo futuro, sin saber con qué lado de su conciencia actuar. Ese ciudadano
"ignorado, desorientado, contaminado como cualquiera, aburrido, desconocido y poco atrevido donde lo hubiera", como cantaba Serrat.
Al final ha salido bien: ganó el miedo.
Entre bambalinas siempre ellos. Sí, ellos, los que corrompen, los que roban, los que mienten…, con todo su poder, promoviendo, azuzando desde las cloacas la llama del nazismo. Animando sólo un poco, lo justo para que el miedo sea de verdad, para que los recuerdos del pasado nos dejen las cosas claras. Ahí estaban, los de siempre, tras el anonimato de “los Mercados”, manejando los hilos, poniendo y quitando, ahí estaban los expertos en desviar las culpas de cualquier feo asunto hacia los más desprotegidos, hacia los más indefensos. Los de siempre.
¡Qué fácil!
Y terminaron las elecciones. Hoy, mañana, pasado, poco va a cambiar, si no es a peor. Los griegos continuarán el largo, larguísimo camino a ninguna parte.
Para los griegos, con todo mi respeto y admiración, esta canción que, al igual que su tragedia griega, consigue emocionarme cada vez que la escucho.
CADA PAÍS
(Buena Fe)
Cada país es un universo
Dentro del universo
Un hervidero de sueños y herencias
De quejas y sugerencias
Cada país por los pasos que anda
Refleja quien manda
Cada país por lo que entristece
Nos cuenta quien obedece
Cada país tiene sus secretos
Unos mas rectos otros en círculos
Los que merecen dormir en respeto
Los que merecen morir por ridículos
Pero también tienen sus peligros
Los nativos los errantes
Los que si dejan crecer les revientan
Los que ni "aducen" los que se inventan
Cada país lava sus errores
A veces horrores
Con hombres que siempre saben contestar
Que harías tú en mi lugar
Y vas
De tu país a tu raíz
Nunca te iras del todo
Ni a los ruidos con silencios
Ni a otras tierras con más oro
Vas
De tu raíz a tu país
Una canción te lleva
De regreso a donde un beso
Simple y cierto te espera
Con cada país con altares y dioses
Leyendas y magias
Para espantarse los miedos con luces
Pa que los poros nunca se les vayan
Cada país tiene sus amistades
Y cuan preñados de "bacles
Se usan poquitos de" panes y peces
Acorde a sus intereses
Cada país tiene historias contadas
Empobrecidas o glorificadas
Sus manías sus cinismos
Sus huecos de oportunismos
Cada país ve a sus sortilegios
Como a privilegios
Y no se cuentan ni en años ni inviernos
Sino en sus hijos eternos
Vas
De tu país a tu raíz
Nunca te iras del todo
Ni a los ruidos con silencios
Ni a otras tierras con más oro
Vas
De tu país a tu raíz
Una canción te lleva
De regreso a donde un beso
Simple y cierto te espera
Vas
De tu país a tu raíz
Nunca te iras del todo
Nunca te iras del todo
Nunca te iras del todo
Nunca te iras del todo
Nunca te iras del todo
Nunca te iras del todo
Nunca te iras del todo