VUELTA A LA PENÍNSULA IBERICA EN TREN. Día 19: Almería

El día tenía pinta de ser tranquilito (seguimos en Almería). Tenía un Free Tour a las 10,30 h. y nada más en cartera, así que, yo que soy madrugador, tuve tiempo de ponerme al día en todos los temas pendientes.

Cometí el terrible error de pedirme la tostada "entera" en el desayuno, lo cual casi me chafa el día. ¡Dios mío! ¡¿Cómo iba yo a poder con todo eso?! Pues pude... Y menos mal, porque la cosa venía movidita.

En el Free Tour estábamos sólo tres personas, una pareja y yo. La guía se la notaba novatilla, pero la falta de experiencia la suplía con entusiasmo.

Almería no tiene muchas cosas para ver, más allá de la Alcazaba y la Catedral, pero el recorrido por la ciudad estuvo muy entretenido. No siempre es cuestión de ver grandes monumentos. Total, que el recorrido fue muy agradable y lo pasamos francamente bien.

Entre otras cosas vimos el "paseo de la fama" de Almería, donde están los famosos que han rodado en Almería. Recordad que en su día Almería fue una auténtica "meca" del cine, lugar donde se puso de moda el "espagueti western". Ahí abajo tenéis algunas fotos del reconocimientos a algunos de los actores que han pasado por allí.

También entramos el Mercado Municipal, que está fracamente bien.

Hablamos mucho de los Refugios de la Guerra Civil, galerías que ocupan gran parte  del subsuelo del centro de la ciudad y que aquí se mantienen y se muestran en visitas guiadas. Personalmente intenté visitarlos, pero ya no quedaban entradas. Mala suerte, porque de verdad que tienen un entramado de galerías impresionantes. Así que si vais a ir por Almería, reservad por Internet unos días antes.

Finalizado el tour, después de un breve descanso en una terraza al abrigo del viento, me fui a comer a un restaurante que había reservado la tarde del día anterior. Esa tarde me había sentado a tomar una cerveza en la terraza de un restaurante que tenía toda la pinta de ser regentado por un vasco: Joseba Añorga, de nombre, por si había alguna duda. Pero no fue eso lo que me llamó la atención, sino la oferta en su carta del "menú de sidrería": tortilla de bacalao, bacalao con pimientos y chuletón. Estaba claro, era vasco. Ya después me fijé en más cosas que le delataban y que sólo me confirmaban lo dicho.

Total, que me fui a comer y me pedí el menú degustación. Muy bien.

Al finalizar fui a saludarle y a comentarle que me había gustado mucho la comida. Le ṕregunté qué hacía que un vasco abriese un restaurante en Almería y me confesó que llevaba en Almería 16 años... por amor. En fin... La vida es así.

Como que después de una comida así no te quedan ganas de seguir visitando cosas, pero yo, que soy un militante, me eché el bolso al hombro y... a por más... Porque si me llego a ir al hotel a descansar igual ya no me levantaba.

Me fui a visitar la Catedral, que tenía muy buen pinta en las fotos que había visto. Y efectivamente, estaba muy bien. No es muy grande, pero muy bonita. Y como a estos sitios no va demasiada gente en esta época del año, a menos que desembarque un autobús de jubilados, la cosa estaba muy tranquila. Tal es así que me puse a hablar con el que te vende las entradas: Historiador del arte, para más señas (¡ya ves...!). Como le había dado mis datos al llegar, según salía me dijo "agur". Claro, me paré en seco y le dije: "¿eres vasco?", "No, pero he estado en Euskadi", me contestó, "Y me encanta".

Eso derivó en una conversación sobre el arte y la cultura, que sólo fue interrumpida un rato más tarde por dos jubilados que querían ver la Catedral (¡qué inoportunos!).

Un tío culto, con criterio.  Un buen rato.

Nos despedimos amablemente y me fui a ver la Alcazaba, por dentro, que cerraba a las 18 h.

Joder, qué maravillosa luz nos regala la primavera a los que nos gusta la fotografía.

No sé de dónde sale esta clase de gente, pero el tipo que despachaba las entradas en la Alcazaba también era una persona muy interesante. ¿Será que no han querido emigrar a Inglaterra, como muchos, y prefieren trabajar aquí "de lo que sea"? Vete a saber...

En este caso no pudimos cruzar mucha conversación, porque llegaba un autobús de jubilados (otro), pero se le intuía un nivel cultural más que aceptable.

Me  pegué al grupo durante un par de minutos a ver si la guía contaba algo interesante, pero enseguida huí como de la peste visto el cúmulo de datos y fechas que ofrecía y... Y del ruido ambiente que generaban los "interesadísimos" jubilados. "Pobre guía", pensé. "Vaya manera de ganarse la vida, hablando al viento".

Pues me di un buen paseo, a mi aire, por toda la Alcazaba, saqué un montón de fotos y disfruté como un níño.

Con amenaza de agotamiento, me fui acercando al hotel y no me quedó más remedio que sentarme en una terraza a tomarme una cerveza.

El fresco empezaba a notarse y enseguida empezaría a anochecer.

Un ratito de relax y ya iría a cener un poco más tarde.