VUELTA A LA PENÍNSULA IBERICA EN TREN. Día 26. Jaca - Santurtzi

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Y ya estaba enfilando el último día del viaje.

A las 9 de la mañana salía el bus hacia Pamplona. Más de la mitad del recorrido lo hicimos por carretera nacional, lo que me sirvió para ir sacando unas cuantas fotos.

En apenas hora y media habíamos llegado. Pensaba dejar la maleta en consigna y darme una vuelta por la ciudad, pero al preguntar los horarios para ir a Donostia me dijeron que uno que iba directo salía justo a las 11 h., y no me lo pensé dos veces. De repente me entraron ganas de llegar cuanto antes a casa.

También tuve suerte esta vez con los paisajes.

En hora y cuarto habíamos llegado. Sabía que cada hora, a "menos diez", salía un tren hacia Bilbao, el famoso tren que tarda dos horas y media en hacer un recorrido que en autobús se hace en 1 h. Pero tenía ganas de subirme en él.

Al igual que el primer tren que cogí dirección Santander y luego Oviedo y Ferrol, llegaba a casa en el tren más "lento". Pero ojo, también me di cuenta de que también es un tren que da un importante servicio a un montón de pueblos. Y se notó por la cantidad de gente que subía y bajaba. Y yo que pensaba que iba a ir prácticamente solo...

NOTA: Se podría pensar en un viaje por el Cantábrico, desde Donostia a Ferrol en estos dos trenes, planificando diversas paradas por el camino y disfrutando el paisaje y en pueblos encantadores. Ahí lo dejo.

La cosa es que había un trecho de unos 15 min. andando hasta la estación del tren, por lo que pensé que iba a llegar demasiado justo. No obstante me fui paseando por la orilla del Urumea, total, cada hora había uno.

Pues llegué a tiempo: Coger el billete, embarcar y salir.

Esta vez ya no tenía muchas ganas de fotos, que ya bastantes había sacado y me relajé un rato oyendo música.

En Bilbao ya sólo coger el Metro y a las 16,05 h. entraba en casa.



















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VUELTA A LA PENÍNSULA IBÉRICA EN TREN: Día 25. Huesca - Jaca

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A las 9,50 h. estaba prevista la salida de mi tren hacia Jaca. Se anunció un breve retraso que no pasó de 10 min.

Ya al comprar el billete me advirtieron de que en el mismo tren iba un grupo bastante numeroso de chavales, así que iría bien acompañado. Por lo visto no es un tren que suela llevar mucha gente y por eso llamaba la atención ese grupo. Lógicamente viendo tanta chavalería me fui a un vagón alejado del tumulto, puesto que los billetes no eran numerados.

No habían pasado 5 min. desde que habíamos salido cuando aparecieron por el vagón un grupito de chavales repartiendo esta cajita.



Me llamó la atención y la abrí inmediatamente. Parecía que estaban repartiendo un medicamento.

Dentro iba el siguiente prospecto, con un par de caramelos, que explicaba el proyecto en el que estaban trabajando.



Después de leerlo y viendo lo que pasaba, me enteré de que eran alumnos de un instituto que trabajaban en un programa para revitalizar esa línea de tren (Jaca - Cafranc).

Enseguida aparecieron un par de "camareros" repartiendo  a todo el mundo mazapanes redondos (o eso parecían) y vasos de agua.



A continuación apareció más chavalería con instrumentos musicales.

Con fondo musical leían poesías que hacían referencia al tren y que habían sido compuestas en el instituto.








No sé si conseguirán gran cosa con este proyecto, pero me pareció una gran idea. Una forma de acercar el tren a la gente y a ellos mismos.

En un momento determinado se iban pasando un paquete de fichas con poemas. Cada uno leía el poema de la ficha de arriba, se la quedaba y pasaba el taco a otro. Yo estaba cerquita sacando fotos, así que uno de los chavales, sonriendo, me paso el taco para que yo leyese también una. Y lo hice, claro.

Incluso cuando pasábamos por determinadas estaciones una chica nos iba explicando las características geológicas de la zona.

Fantático.

Todavía, antes de llegar a Jaca, pasaron de nuevo los "camareros", esta vez repartiendo "contundentes" pasteles.

Todavía tuve tiempo de sacar algunas fotos al estupendo paisaje que íbamos atravesando.








Ya por la tarde había visto en Internet que en Jaca hay una catedral y una interesante ciudadela, así que decidí ir a ver ambas.

¡Menudo descubrimiento con la Catedral y el anexo Museo Diocesano!

Pillé visita guiada a ambos, todo seguido. Me quedé alucinado. No recuerdo haber visto tanta maravilla junta, por lo menos, en todo el viaje. Y mira que he visto arte.

Luego también me acerqué a la Ciudadela, pero ya la cosa a mejor no podía ir. Ojo, merece la pena, pero ya es otro nivel.

Que por cierto, dentro de la ciudadela hay un museo de miniaturas militares que reproduce ejércitos y batallas de diferentes épocas, que está muy, pero que muy bien. Sólo un dato: En todo el museo hay 32.000 figuras.

Ya con un frío que cortaba el cutis, me fui al hotel a descansar un rato antes de cenar.














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VUELTA A LA PENÍNSULA IBERICA EN TREN. DÍA 24. Lleida - Huesca

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Tenía un buen rato antes de coger el autobús hacia Huesca, así que decidí visitar la "Catedral Nueva", que estaba muy cerca del hotel. Curiosamente Google Maps me despistó un poco mandándome a otra iglesia cercana que, por cierto, también estaba muy bien.





Ya en Huesca, instalado en el hotel a eso de las 15 h., planifiqué mi tarde que prometía un nuevo atracón de cultura eclesiástica: En primer lugar la iglesia de San Pedro el Viejo y luego la Catedral. Esta vez no tenía la suerte de que fuese lunes y estuviesen cerradas así que... entré.

Y nueva torre para subir, esta vez´"sólo" eran 180 peldaños.

Bromas a parte, las dos merecen la pena y al menos en la Catedral, la información está muy bien dispuesta. No echas en falta la típica audioguía.

Eso sí, me enteré de que los fines de semana hay visitas guiadas por el centro histórico, que creo que, por lo que vi, pueden ser muy interesantes. Ahí lo dejo.

Y como detecté un buen restaurante que ofrecía una actualización de la cocina tradicional, ahí que me fui a disfrutar de mi anteúltima cena antes de llegar a casa.















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VUELTA A LA PENÍNSULA IBÉRICA EN TREN. Día 23: Valencia - Lleida

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El tren salía desde la estación Joaquin Sorolla, que estaba un poco más lejos que la del Nord (esta última es a la que había llegado).  Pero como no salía hasta las 11 h. y haciendo una excelente temperatura, después de desayunar, me fui dando un paseo de 25 min. (llevo maleta con 4 ruedas, que todo ayuda).

La atención por parte del personal que atiende al público en las estaciones seguía en la línea decadente de situaciones anteriores, sin  embargo se me había olvidado comentar la única excepción que he vivido en este viaje y que fue el día de llegada a Valencia cuando fui a comprar el billete (en la misma estacion del Nord) que el día 25 me llevaría a Lleida (día al que corresponde este relato). Anda, que para una vez que me atienden bien, va y se me olvida. No tengo perdón.

La persona que me atendió lo hizo extraordinariamente bien, aconsejándome sobre la mejor combinación de trenes para llegar a Lleida, que no era precisamente la que yo había contemplado. Y además lo hizo con amabilidad. Ahí queda el reconocimiento a ese desconocido.

Sin estar lleno, en el tren (dirección Barcelona) iba bastante gente. Digamos que un 90% de ocupación, que comparado con las ocasiones en las que viajaba solo en el vagón...

Ya  en Barcelona, el tamaño de la estación y el trajín de gente recordaban más a un aeropuerto que a la clásica estación de trenes. Y a mi los aeropuertos me agobian.

Después de una hora de espera reglamentaria, embarcamos dirección Lleida. A las 17 h. estaba en el hotel.

Como viene siendo habitual, me acerqué a la estación de autobuses, que estaba a escasos 5 min. del hotel, para comprar el billete a Huesca. Sí, este desplazamiento en bus estaba previsto, puesto que mi intención era cerrar el círculo del viaje por la parte más al norte de la Península y por esa zona línea ferroviaria no hay mucha.

También es de recordar que a partir de mi estancia en Lleida, y en lo que quedaba de viaje, sólo hacía una noche por destino.

Esta vez no se vendían anticipadamente los billetes a Huesca, pero había salida el día siguiente a la hora que yo tenía previsto, con lo  cual me quedé tranquilo.

No sospechaba que en Lleida hubiese un CaixaForum y mira por donde lo tenía al lado del hotel. Conozco los de Sevilla y Madrid y la verdad es que siempre que voy a estas ciudades aprovecho para ver las exposiciones de turno, que por lo general son bastante interesantes.

Esta de Lleida no lo era tanto, aunque tenía su interés. Titulada: "Cine y emociones, un viaje a la infancia". Analizaba las emociones a través de los niños protagonistas en el cine. Seis salas analizando cada una de ellas una emoción.

Interesante.

Uno de los monumentos más importantes de la ciudad es la Seu Vella o Catedral Antigua y el Castillo del Rey. Desde el centro de la ciudad hay que dar un paseo colina arriba de unos 15 min. para disfrutar de tan magníficos monumentos y de las vistas que se pueden contemplar desde esa altura.

Siendo lunes los monumentos estaban cerrados, pero tampoco me importó mucho puesto que a cambio pude disfrutar de un increible atardecer con una luz suave que iluminaba los monumentos de una  manera increible.

El entorno, bien acondicionado invitaba al paseo por los alrededores y a sentarte a disfrutar.

Una maravilla.

Poco más de sí daba ya la tarde, porque enseguida se escondió el sol y refrescó.

Bajando por otro lado, me topé de repente con el Parador. Hotel de 4 estrellas que por fuera tiene una pinta estupenda. Por dentro no  lo sé porque ya no tenía ganas de entrar. Para otra ocasión.










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VUELTA A LA PENÍNSULA IBERICA EN TREN. Día 22: Valencia

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Ya sabéis que soy una persona organizada, así que tenía previsto un Free Tour a las 11 h. Eso me permitió un arranque tranquilo del día dando un paseo por el entorno antes de la hora prevista.

El día empezó caluroso y terminó caluroso. Yo creo que fue el día que más calor pasé en todo lo que llevaba de viaje hasta el momento. Ni siquiera al atardecer refrescó. ¿Cómo será en verano por ahí 

Por lo que pude ver en ese día y medio, Valencia tiene, desde mi punto de vista, graves problemas por la cantidad de turistas que la visitan. Bueno, digo que "tiene problemas", pero ellos igual no lo consideran así. Vete a saber. Pocas, pero vi alguna pancarta "invitando" a los turistas a irse, concretamente del barrio de El Carmen, donde los pisos turísticos parece que lo han invadido todo.

Al mediodía, la concentración de turistas por metro cuadrado en la zona histórica, me pareció alarmante. Casi se podría decir que aquello era incompatible con la vida. No me extraña que los vecinos se busquen otros barrios para vivir. Al final esta saturación terminará costando cara a las ciudades que viven de esto, y si no, tiempo al tiempo.

Una de las curiosidades del día fue la casa La Estrecha, que está considerada una de las 5 casas más estrechas de Europa. No me puedo imaginar cómo serán las otras 4.



Bueno, como de costumbre, la guía era una fenómeno entusiasta de su cuidad y de su profesión. Las dos horas y media se convirtieron en casi tres, con todos nosotros entregados a sus explicaciones a pesar del agotamiento que se empezaba a notar a partir de las 13 h.

La luz del medio día era muy dura y no invitaba a sacar buenas fotos así que esperé hasta el paseo de la tarde. Por otra parte, trataba de huir de la tradicional foto turística que puedes encontrar en internet, así que... doble trabajo. Bueno, pero es lo que me gusta, así que...

Por la tarde tenía previsto visitar la Iglesia de S. Nicolás, denominada la "Capilla Sixtina Valenciana", y vive dios que la denominación es acertada. Por lo visto se ha reabierto recientemente después de años de restauración. ¡Joder! ¡Qué maravilla!  Ahí abajo veréis una foto pero, como siempre, es mejor ir. ¡Una auténtica pasada!

Finalmente ver el atardecer desde "El Miguelete", la torre de la Catedral, es un auténtico privilegio. Eso sí, hay que subir sus 207 escalones en escalera de caracol. Con paciencia, ganas y sin prisa... se llega.

Sólo me quedaba repostar con una refrescante cerveza para terminar un día estupendo.





















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