Cuesta creer que el desencanto y el hastío lleven a la humanidad a tomar, siempre, las peores decisiones. Podemos quejarnos de la manipulación de los medios de comunicación controlados por los más poderosos, pero la realidad es que en las situaciones extremas, la humanidad siempre ha tendido a correr de manera desenfrenada hacia el despeñadero.
Llevamos muchos años viendo cómo el monstruo renace regenerado con un discurso similar al que provocó el genocidio de 50, 60… o tal vez 100 millones de personas (según las fuentes) no hace tanto, y sin embargo, conocedores de que nos llevan a la perdición, les seguimos.
La extrema derecha (yo prefiero llamarla neo-fascismo) está llamando a la puerta de Europa insistentemente. Ya gobierna en Hungría, Polonia, Eslovenia y la República Checa, ha formado coaliciones de gobierno en Austria, Suiza, Noruega e Italia; ha subido como la espuma en Alemania, España y Francia. Y eso sin contar al Trump de EE.UU, al Boris de la Gran Bretaña, al Putin (¡cómo no!), al Bolsonaro... y a tantos y tantos despreciables tiranuelos de otros países del mundo.
Podríamos elegir la justicia social y el respeto al medio ambiente, pero no, es más fácil caminar por encima de la fina línea que nos separa del desastre.
No son ellos, somos nosotros.
2 comentarios:
Nadie aprende en cabeza ajena, por eso volvemos a las andadas. Lo que tampoco debemos dejar de lado es que la llamada "izquierda" no está respondiendo a la ciudadanía,
Un abrazo
Efectivamente, en realidad la izquierda lleva mucho tiempo, demasiado, ausente.
Un abrazo.
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