EL DERECHO A LA PEREZA


Con tanta crisis y tantos derechos sociales fulminados, se nos está olvidando vivir. "Es lo que hay" se ha convertido en la fatídica frase hecha que nos invita al desaliento y a la resignación. Los años pasan la crisis se ha instalado en nuestras vidas y el olvido de lo que un día fuimos y pudimos llegar a ser, poco a poco se va difuminando en el horizonte.

"Producir y consumir" eso es para lo que nos quieren, decía el maravilloso Jose Luis Sampedro. Pero no todo en la historia fue consumir y producir. Mirando un poco hacia atrás en el tiempo, en la época de los romanos lo tenían muy claro. Ellos hablaban de OTIUM, que al añadirle la partícula negativa NEC  (presente en negativo, neg-ar…) se transforma en NEC-OTIUM y con el paso de oclusiva sorda a sonora entre vocales surge el negotium. Sí, cosas del lenguaje, ¡¡pero qué importancia tiene a veces!!

El ocio para un romano era su tiempo libre y como demuestra el origen de la palabra, era la situación natural, porque lo contrario, lo negativo, era el negocio. Primero, en la lengua, fue el otium, luego llegó el negotium. Así podemos valorar un poco el sentido de la vida para el mundo romano. Sí, ese que nos dio la cultura de la que ahora alardeamos.

Ya metidos en plena era industrial, en el siglo XIX, Paul Lafargue escribirá su famoso “Derecho a la pereza”. Un libro que en su título destila toda la filosofía romana.
Sólo un párrafo: “Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo”.

¡Uf! ¿Cómo se os queda el cuerpo? Parece que lo esté diciendo un "rojeras" de Podemos. Pero qué va, ni siquiera ellos se atreven a decirlo.

¿Podemos hablar de codicia? No sé, pero es evidente que todos estamos infectados del virus de:
  • La producción masiva, la necesidad de "tener".
  • La productividad y
  • El crecimiento económico sin límites.

Sí, puede parecer un sacrilegio, es más, alguien podrá incluso mirarnos mal por poner en duda la sacrosanta filosofía del “trabaje usted 24 horas al día, que le irá mejor”, pero aunque sólo sea por supervivencia, esto tiene que cambiar.

“El derecho a la pereza” no es un llamamiento a rascarse la panza y mirar a las musarañas todo el día, sino que es una crítica, muy contemporánea, a la forma en la que trabajamos, léase, la forma de trabajo que impuso la burguesía capitalista, que cristaliza ya en el siglo XIX: trabajamos la mayor parte del día y el resto, intentamos sobrevivir sin aburrirnos. Es un texto que en el 68 se leyó como si fuera un fragmento de la Biblia y que hoy circula libremente en internet.

Paul Lafargue no quiso esperar a que la revolución de Marx se materializase, sino que propuso que ante las crisis recurrentes del capitalismo que cada tanto tiembla por un exceso de producción que no es capaz de vender, la solución no es tanto la revolución sino modificar el tiempo y la importancia que tiene el trabajo en las sociedades capitalistas.

Comencé mi vida laboral allá por los años 80 del siglo pasado. Otra crisis recurrente amenizaba nuestra existencia. Cuando aquello sí que nos atrevíamos a gritar aquello de "trabajar menos para trabajar todos". Los sindicatos a la cabeza.

Hoy no queda nadie que enarbole esa bandera y si queda no se le oye.

Y mientras tanto la pisonadora sigue y sigue aplastando toda brizna de yerba que nos permita albergar la esperanza de que este mundo puede ser mucho mejor para todos.

9 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Hoy ya solo son capaces de protestar los inmigrantes, como en el día de ayer reventando un mitin del PP a la voz de corruptos, el resto de ciudadanos españoles, entre ley mordaza y apatia, se conforman con trabajar una hora al día cuando lo hay y cobrar menos de 400€ cuando se cobra.

Pensar en el derecho a la pereza cuando hemos hablado que no se llega a final de mes me suena difícil de asumir cuando todo el sistema está montado de la manera que lo está, muchas cosas han de cambiar para que ese derecho se pueda adquirir. El derecho a la pereza o al descanso no es ninguna cosa rara, pequeñas culturas que no están en el sistema las disfrutan, por ejemplo los Yanomamis, trabajan cuando necesitan tener productos para alimentarse o para la vida diaria, y cuando ya están cubiertas esas necesidades, se dedican al descanso y a la familia, claro que ahí no hay plusvalías.

Saludos

Tracy dijo...

Muy agudo lo de Otium- Nacotium.
Besos

Juan L. Trujillo dijo...

No nos damos cuenta, pero están preparando un futuro lleno de hombres -robot que solo sirvan para el trabajo.
En los planes de estudios de los jóvenes, sobran la filosofía, sobran las humanidades y solo cuentan aquellas materias que puedan hacerlos mas productivos.
Llegamos de nuevo a lo de aquel concejal por el tercio familiar de la época franquista que al votar para la creación de una biblioteca, dijo : "es un peligro tanto libro, que cuanto mas saben mas quieren".
Saludos.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Emilio Manuel:
Pues yo creo que gran parte de nuestro futuro dependerá de que dejemos de producir y consumir sin descanso. Sí, ya... Muy difícil sí es, pero no queda más remedio.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Tracy:
Ya ves... Y eso hace 2000 años.
Un beso.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Juan:
Qué razón tienes.
Muy importante lo que acabas de decir.
Un abrazo.

Myriam dijo...

Si que la tenían clara, malos romanos!!!!

Muy buen articulo. Javier.
Y pongamos de nosotros para recuperar la salud con el ocio, en el mejor de los sentidos.

Besos

Myriam dijo...

El teléfono me puso "malos romanos" en lugar de "los romanos". Que era lo que escribí jajajaja parece chiste!

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Myriam:
Ya se intuía :-)
Un beso.

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