Me encanta conversar. Pertenecemos una cultura en la que la vida social todavía brilla en las calles de nuestras ciudades. Pero esto de "platicar" no es exclusivo de la cultura mediterránea, sólo hay que viajar un poco para comprobarlo. Las gentes están a deseo de saber, conocer, intercambiar...
Es un auténtico placer disfrutar de una sobremesa con un grupo de amigos hablando de… ¡qué narices!, “arreglando el mundo”, que es lo que se suele decir. Literalmente el tiempo deja de existir. Para cuando te quieres dar cuenta ya son las “tantas” ¿Y qué me decís de la impresión que queda después de que todos nos hemos ido? ¡Extraordinaria! Dudo que alguien recuerde de qué se ha hablado. ¡Se han tocado tantos temas…! Incluso nadie exige nada más que un buen ambiente, risas… y si acaso, en algún momento todo el mundo habla a la vez, tanto mejor. Eso denota alegría, compañerismo, amistad, disfrute...
Como nos sucede en todos los ámbitos de la vida, a este tesoro que nos aporta nuestra cultura, no le damos el valor que se merece porque lo hemos tenido toda la vida y porque todavía lo tenemos en abundancia, pero me da bastante miedo que entre tanta globalización se nos lleven hasta las tertulias de las sobremesas. Como decía un personaje de una peli del otro día: “sólo te das cuenta de lo bien que estabas el primer día en que te encuentras mal”.
La Tertulia: ¿¡Una especie en extinción!? ¿Igual que la siesta? Espero que no.
Los coloquios tienen dos características fundamentales (entre otras, que seguro que a ti se te ocurren más):
1. Su duración es indeterminada.
2. Se va evolucionando de un tema a otro hasta encontrarnos con el primero sin apenas darnos cuenta.
Esto último es especialmente fantástico. Eso de que en medio de una conversación entre uno de los contertulios y diga: “… y hablando de Zapatero, precisamente fui el otro día al zapatero de mi barrio…” Y se acabó la política para entrar en el mundo de las anécdotas de barrio. Repito: genial.
Bueno, pues esta forma de vida que es consustancial a la raza humana, pero especialmente a la cultura mediterránea, la hemos venimos aplicano sin mayores problemas a la vida en la empresa, especialmente en las “reuniones”. No sabemos (¿ni queremos?) reunirnos con la disciplina necesaria para que las reuniones sean lo provechosas que quisiéramos que sean. Mucho cursillo de gestión de reuniones, mucho procedimiento para que las reuniones sean más eficientes, pero al final “la cabra tira al monte”. Sí, ya sé que debemos ser más eficaces en nuestras reuniones, es más, hasta deberíamos reunirnos más (depende en qué ámbitos, claro, puesto que en algunos no se sabe hacer otra cosa), pero lo que estoy reivindicando es un poco de relajo. Que tampoco es cuestión de pasar del blanco al negro, de la absoluta informalidad a las reuniones rigurosamente programadas; de la total ausencia de reglas a la disciplina militar. No. Y es que insisto, debemos de huir de la ortodoxia de la gestión empresarial, casi siempre importada de la cultura anglosajona sin adaptarla a la nuestra. Llevo años en el negocio de la gestión y he llegado a la conclusión de que nos empollamos los manuales de los gurús de turno y luego pretendemos aplicarlos a rajatabla. Y eso no es.
Así que volviendo a las reuniones, creo que deberíamos darles una pensada y generar espacios de intercambio personales, espacios de encuentro al principio y/o al final de las reuniones, donde las personas puedan relacionarse, tejer lazos, redes, tan importantes en las empresas para (por ejemplo) superar la estanqueidad de los departamentos. Eficacia, eficiencia, pero también relaciones humanas. Porque si no hay relaciones humanas, no hay procedimientos, ni cursillos, ni órdenes o lo que sea, que hagan que la empresa funcione.
Lo siento, pero es que hoy tengo un día anti-ISO, anti-procedimientos, porque estoy llegando a la conclusión de que nos estamos cargando la esencia de la vida. Sí, ya sé... lo de la productividad, la competitividad y todo eso. Insisto, ya me lo sé. Me lo sé porque he sido un "creyente" de las ISOs y de las EFQMs. He sido de esos de los que se decía: “Cuidado, el jefe se ha leído un libro”. Pero eso se acabó. Y que conste que no estoy defendiendo la vuelta al (supuesto) caos en que vivíamos hasta hace bien poco. Lo que estoy defendiendo es una forma de gestión y de reunión más acorde a nuestra cultura.
¿Será la experiencia? ¿Será la espiral interminable de la productividad? ¿Serán las caras lánguidas que se ven en las empresas? ¿Será la Crisis? Quizá todo ello unido, es lo que me hace pensar que es un buen momento para repensarnos, pero sobre todo para luchar por conservar una forma de vida que nos hace bastante más felices de lo que pensamos y que esa forma de vida también debe de tener una presencia clara en nuestras empresas.
Pues nada. Hablando de saltar de un tema a otro, os dejo con uno de los momentos más brillantes (para mi gusto) de los maravillosos Les Luthiers.
TÉ CON LIMÓN Y MIEL
Hace 3 horas
10 comentarios:
Hola Javier:
Cuanta razón tienes. Para mi se trata de un mix. Hay momentos en los que hay que charlar más de la cuenta y en otros menos. Estoy de acuerdo en que muchos procedimientos y manuales al final coartan las opiniones por centrar demasiado el debate y otras, por el contrario es necesario acotar, al tener el hombre una tendencia natural a arrimar el ascua a su sardina. Por otro lado, y estando de acuerdo que el hecho cultural es importantisimo comprenderlo y adaptar la metodología a eso. pero lo que si es verdaderamente importante es escuchar.
Un abrazo
Hola Javier
Geniales los Luthiers tanto como las sobremesas. Las adoro asi como a la las tiendas de de mi barrio en dónde me dicen hola Katy llévate esto que está bien, y te fias. Y preguntan por tu madre cómo se encuenta. Conoces, comentas, hablas ayudas y te ayudan. Lo que no quita que a veces no esté de humor y desaparezca entre las estanterías de las grandes superficies, que también molan.
Me ha gustado tu entrada con este regusto de lo disfrutado y vivido en estos días.
Un abrazo enorme y gracias por tu comentario en Ciudadana,
Hola Fernando:
Palabra mágica: escuchar. Decía un amigo (no recuerdo si lo he compartido con vosotros) que la naturaleza nos ha dado dos orejas y una boca. Eso significa que debemos escuchar más y hablar menos.
Un abrazo.
Hola Katy:
He rebuscado entre los videos de Les Luthiers porque vienen a Bilbao en mayo y justo acabo de comprar las entradas para ir a verles. Y me he dicho: seguro que encuentro algo relacionado con las conversaciones. Y he acertado.
Y hablando de las tiendas de barrio, he leído recientemente que como consumidores tendemos a volver a las tiendas de barrio y que los hiper están perdiendo clientela.
Y es que la vida muchas veces nos vuelve a la senda de lo racional sin darnos cuenta.
Un abrazo.
Hola Javier:
Comparto la opinión de que las tertulias son una bendición del cielo. Sin ir más lejos, formo parte de dos en que la única regla es no hablar de cosas serias. Oye, una gozada. Lo malo es cuando nos proponemos reunirnos para hacer algo juntos y la reunión se desparrama como el suflé de Les Leuthiers y es imposible llegar a ningún acuerdo porque la cosa deriva en tertulia. No sé, será un tema de costumbres pero a lo más que llegamos en estos casos es a nombrar a una subcomisión que hace lo que se les pone en la punta de la nariz. Eso sí, al menos da para una nueva tertulia para ponerles a parir por las decisiones tomadas.
En fin, menos mal que con esos no hay que hablar de trabajo.
Un abrazo.
Hola Josep:
Hace tiempo yo también estaba metido en una tertulia sobre fotografía. Más allá de pasarlo estupendamente y tomarnos unos cubatas no conseguíamos nada. En cuanto había que organizarse para hacer algo acababamos fatal. ¿Será que el cuerpo sólo quiere cachondeo y "marcha" y nos empeñamos, como buenos racionales, en organizarnos y hacer cosas?
No lo sé, pero esos ratos, qué buenos son.
Un abrazo.
Yo me apunto, Javier, a eso de platicar, conversar, dialogar, comentar, decir, hablar, ...y es que tanto "protocolo" de isos, como bien dices...mató al gato.
Recientemente escuchaba decir a un gerente que "para comunicarse ya existían medios en la empresa!" (se había detectado un problema de comunicacion en la empresa,con sus consiguientes rumores, bulos, y el hombre se "agarraba" al buzón de sugerencias ,y al procedimiento y proceso completamente reglamentado para "charlar" que ya existía en la organización...,) y yo me decía a mi misma, si esos sistemas de comunicación funcionaran no estaríamos como estamos)
Y yo misma he escuchado "ordenarme" que si quiero comunicarme con un trabajador de otro departamento, me "dirija" a su superior y no al trabajador directamente... ¡qué cosas!
¿miedo conversacional?
un saludo enorme, M.
Hola MaS:
Pues todo eso que comentas pasa, me atrevo a decir, en todas las empresas. No hay manera de cambiar mentalidades, ni por arriba ni por abajo. Claro que el que tiene que tirar del carro es el de arriba.
Nosotros también tenemos un buzón de sugerencias. Te lo puedes imaginar.
Un abrazo.
Muy buen texto y con un final avasallador.
Saludos desde el sur.
Hola 1600:
Me halaga tu comentario breve y conciso. Resumes en muy pocas palabras mi intención de remover (un poco) las conciencias.
Un abrazo.
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