¡Qué pesadilla! Cuánto peor estamos más banderas veo por todas partes.
Lo de las banderas siempre me ha echado para atrás. Debe de ser ese espíritu de la contradicción que llevo dentro, pero lo cierto es que siempre que me quieren meter algo con calzador, como que se me arruga el entrecejo.
Tuve una época en la que contaba el número de banderas que aparecían en las películas norteamericanas, por ver el nivel de patriotismo, o patrioterismo seguramente, que tiene el personal. Hay quien cuenta cuantos malos ha matado Rambo en cada película, pues yo contaba banderas. Imposible, a menudo me perdía. ¡Menudo empacho!
El colmo de los colmos (como en los chistes) ha sido ver el careto de Trump abrazado a la bandera. Imposible de digerir. Hasta he tenido pesadillas con esa imagen y mira que me gustan las películas de zombies. La reflexión que me sugiere esa imagen es que si un tipejo como Trump ama tanto a la bandera, imposible que yo pueda tener un sentimiento similar.
Entiendo
que las banderas funcionan como el símbolo que aúna inquietudes compartidas en
un colectivo, grande o pequeño. Y cuanto más arraigadas y compartidas sean esas
inquietudes, más compartido será ese trozo de trapo. No digo yo que siempre sea
tan rechazable. Pero
conmigo funciona mucho mejor cuando hablamos de causas concretas. Por ejemplo,
la bandera multicolor LGTB o la feminista. Pero las que demarcan fronteras y
meten en el mismo saco a los depredadores económicos y a los trabajadores… ¡Uhmm! Como que no me veo paseando debajo de la misma bandera con Amancio Ortega o con Juan Roig, presidente de Mercadona.
Y es que además, centrándonos en la bandera española, siempre la he visto como un símbolo del franquismo, por mucho que le hayan quitado el “pollo” y le hayan puesto una corona. Para nada ha conseguido pasar mis filtros. Y lo de la corona, ya ves al Emérito qué brillo le ha dado.
Hay como un acto reflejo de rechazo que no puedo evitar. Voy por la calle y veo a alguien con la bandera española en la mascarilla y automáticamente pienso: PP o VOX. Y sin embargo no me pasa con otras banderas, ni con la americana tampoco. Es más, la gente con bandera en la mascarilla por lo general me pasa desapercibida. Ni la veo, exceptuando la española, claro.
Desde luego el hecho de que sea la misma que impuso Franco ayuda mucho, pero es que después de Franco los que se han envuelto en ella y la han hecho suya, han sido los herederos de Dictador. Y yo que soy un poco “ácrata”… ¿Pues para qué quieres más?
¿Conocéis a Máximo Pradera? Un provocador. Pero me encanta casi todo de lo que dice y escribe. Concretamente con respecto a la bandera española tiene un video que no tiene desperdicio, aunque al verlo a más de uno se le bloqueen los esfínteres.
8 comentarios:
Las banderas: esos trozos de tela y un palo que sirven, la mayoría de las veces, para apalearse con los segundos y llenarse de sangre con la primera.
Muy buena tu explicación.
Un abrazo.
Hola Juan.
Sabía que compartirías la idea :-)
Un abrazo.
Escuchado en una conferencia sobre el filósofo Jürgen Habermas: "Desde que el ser humano merece tal nombre se ha caracterizado por tres cosas: arrodillarse ante lo que no comprende, desfilar detrás de un trapo de colores y jugar con globos. La labor del crítico es pinchar los globos".
No soy ni de banderas, ni de himnos, y esto desde pequeño, posiblemente desde los 5 años cuando iba a un colegio que nos hacían cantar "montañas nevadas" con la bandera ondeando, desde luego que no cuenten conmigo para defender un trapo ni para un himno que suena como el culo.
Saludos
Mi bandera es el Mundo y el entendimiento entre los pueblos.
Besos
Hola Juanan.
Y cuánto cuesta pinchar los globos. Yo lo he intentado y me resulta muy difícil. :-)
Hola Emilio Manuel.
El culo yo creo que suena bastante mejor :-)
Un abrazo.
Hola Myriam.
No es un mal principio :-)
Musu bat.
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