UNA LIMOSNITA PARA LA CULTURA, POR FAVOR

Lo cierto es que si ahora no cambiamos el mundo, no va a ser fácil hacerlo en el futuro. Si es evidente que el parón económico va a ser tremendo, entonces ¿por qué no empezar a crecer a partir de otras premisas? Contamos con una gran ventaja: Hemos dejado de contaminar y el silencio se ha adueñado de las ciudades. Construyamos algo nuevo a partir de ahí. Como decía alguien, “si se puede imaginar, se puede hacer”. Pero no voy a pecar de inocente, porque en realidad todos sabemos que los que toman las decisiones tienen otros intereses totalmente diferentes, así que por lo menos que no sea porque no sabíamos que podíamos haberlo intentando. Que conste que os avisé (me encanta decir esta frase).

Dicen algunas encuestas que cuando acabe todo esto, un % muy alto de los encuestados afirma tener la intención de cambiar de actitud respecto a muchas cosas en la vida. De momento, confirmaban en la radio esta mañana, el número de reservas de cruceros para el año que viene, se ha disparado. Mal asunto.

Pero quizá lo que más me está doliendo, y me va a doler cuando todo esto se acabe o medio acabe, es el enorme agujero que va a quedar en el mundo de la cultura. Y lo digo conscientemente desde la atalaya de un privilegiado que no tiene problemas para llegar a final de mes. Porque asumo y entiendo que cuando la gente no tiene que comer, de lo que menos se acuerda es de ir al teatro, a los museos, a los conciertos… Pero también opino que los poderes públicos tienen la obligación de darnos las herramientas para SER y no sólo TENER. Y eso pasa irremediablemente por la CULTURA.