POR LA CALLE DEL MEDIO

“Si estás de vacaciones y evitas el avión, el planeta te lo agradecerá: un vuelo Madrid-Lima contribuye a derretir 5m² de casquete polar”.
Leía este titular el otro día y me preguntaba por enésima vez: ¿Por qué siempre le cae el marrón al último de la fila?

Realmente estoy harto de que siempre tenga que ser el sufrido ciudadano el que tenga que hacer “algo” por el medio ambiente, mientras que las autoridades no hacen absolutamente nada. Bueno, sí que hacen: Dan barra libre para que se fabriquen cada vez más y más aviones. Permiten el establecimiento de cada vez más y más rutas aéreas… Y luego van y me dicen a mí, que es mejor que vaya de vacaciones en transporte público porque es menos contaminante.

¡No me jodas!

¿Por qué no le dicen a Amancio Ortega (por nombrar a alguien del que hemos hablado recientemente) que renuncie a su yet privado. ¡Eso sí que tiene que contaminar!

Y lo mismo pasa con el despilfarro del agua: ¿Cuántas piscinas privadas, ¡legales! (ya de las ilegales ni me atrevo a hablar), existen en España donde se derrocha agua de una manera indecente, para luego decirme a mí que tenga cuidado cuando me gotea el grifo?

¿Y lo del plástico? ¿Me tengo que sentir culpable cuando se me olvida llevar una bolsa en el bolsillo, por si se me ocurre pasar por el super a última hora? ¿Y eso mientras me puedo comprar por Amazon el llamado “yate de los pobres”? Un enorme troncho de plástico que fácilmente terminará en una de esas islas gigantes, cuyo tamaña ya rebasa el de varios países europeos juntos.

Tengo la sensación de que mi pequeño esfuerzo por el Planeta, es tan pequeño, tan insignificante y tan descompensado con respecto los terribles excesos de los poderosos, que apenas va a retrasar el desastre unas miserables décimas de segundo.

Reconozcámoslo: ¡A nadie con verdadera autoridad le importa una mierda el Planeta!

Y mira, ¿qué quieres que te diga? Que para eso, ¡que os den! Voy a tirar por la calle del medio y a partir de ahora todo va a ir al mismo contenedor. Así por lo menos no me sentiré culpable cada vez que me equivoco y tire la bolsa del plástico a la del vidrio.
Cochina mentira, no tengo huev… para hacerlo. ¡Maldita sea!