VUELTA A LA PENÍNSULA IBÉRICA EN TREN: Unos días después (y III)

LAS SENSACIONES Y LAS EMOCIONES DEL VIAJE

Hablaba de esa triste pimera noche en que llegaba ya de noche a Oviedo. Al comienzo es cuando se juntan todos los condicionantes externos... negativos; podríamos concretar diciendo aquellos que te producen un grado importante de desasosiego, angustia y rechazo de la soledad. Esa soledad que se siente como una losa muy muy pesada.

Efectivamente, estaba nervioso. Veía por delante un número infinito de días, solo, sin nadie en quien apoyarme, yendo de un tren a un hotel y de un hotel a un tren. Control de horarios, cosas que hacer y ver, dónde comer, no dejarme nada en el hotel… eran cuestiones que al principio generaban más estrés que incertidumbres. Los sentimientos y las necesidades que vas teniendo sobre la marcha, son distintos a los que preveías en un principio. Descubres de sopetón un mundo al que no estabas acostumbrado y que incluso en algunos momentos habías idealizado. Eso de viajar solo no era tan “molón” como podía parecer. En algún momento me vinieron a la memoria las soledades de los personajes de "Lost in Translatiom", una de las películas referente de Sofia Coppola, que en su momento me hicieron compartir parte de su soledad. 

Si en algún momento había pensado que estar solo y lejos me haría “más libre” porque podría tomar decisiones por mi mismo sin contar con nadie, estaba muy equivocado. En estas circunstancias no eres ni la mitad de libre de lo que habías podido idealizar. Y la explicación que yo encontraba es que no sabemos vivir "solos", porque tenemos... miedo. Somos esclavos de nuestras rutinas, queremos y amamos nuestras rutinas, donde sabemos que siempre hay gente, donde sabemos que estamos, cómodos.

"Más solo que un torero tras el telón de acero", que decía Sabina. 

Es justo en ese momento, cuando no has hecho nada más que empezar y todavía te queda todo un viaje por delante, cuando tienes que tener claras tres cuestiones:

Tienes que tener claro lo que quieres.

Tienes que ser fuerte mentalmente y

Tienes que ser un buen gestor de tus propias emociones. 

Es en estos momentos cuando debes de recordar que no se trata de un viaje de placer sino de un desafía a ti mismo (que tampoco es que sea un viaje-penitencia), un viaje “iniciático”, experiencial, cuyo único objetivo es conocerte un poco más... a ti mismo... y lo que te rodea y experimenar la incertidumbre de "el viaje": Disfrutar, sufrir, afrontar adversidades, soledades… Todo aquello que te hace vivir una experiencia diferente y única. Quizá exagerado, pero diría que lo que estaba buscando es todo aquello que te hace sentir "vivo". 

Cuesta un poco pero terminas adaptándote a la nueva dinámica, nueva rutina. A medida que vas quemando etapas la seguridad en ti mismo aumenta, ya no piensas en ese compañero de viaje que haría más fácil todo, descubres el paseo por la ciudad… solo... y la cerveza en la terraza… solo. Incluso aprendes a no hacer nada. ¡Qué difícil es no hacer nada!

Esa presión de las emociones negativas va fluctuando a mejor. Cada vez te sientes más seguro de ti mismo, la idea de cumplir el proyecto se consolida y empiezan a predominar las emociones positivas. Empiezas a ver claramente el final del tunel y ya no te entran tantas prisas por llegar. "Ya llegará ese momento. Cada cosa a su tiempo". Incluso, tengo que reconocer que llegando a Bilbao me decía a mi mismo con cierto grado de valentía: "¿Y si damos otra vuelta a la Península?" Y lo pensaba en serio, porque, a pesar de que tenía ganas de llegar a casa, me sentía con fuerzas como para seguir.

Tengo que destacar que mi familia me hacía un estrecho seguimiento y en todo momento me trasladaba palabras de ánimo. Pero fue a la altura de Valencia, cuando ya había pasado el ecuador hacia unos días, cuando mi sobrina me mandó un Whatsapp diciendo:  

"Eres un campeón, superorgullosa de ti”.
   
Otra persona muy muy joven que sabía de qué iba el tema.

Pues si las palabras del primer día de mi hija me dieron fuerza, las de mi sobrina me dieron impulso hacia la meta final. 

Un gran viaje, una gran experiencia, un mundo de sensaciones y de emociones.

13 comentarios:

manouche dijo...

Soledad, querida para mi , me gusta viajar sola...

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola manouche.
Pues tienes una gran ventaja sobre muchos viajeros :-)

Juanan dijo...

Ahora no te quejes, ya te dije que me llevaras, a modo de Passepartout.

Juan L. Trujillo dijo...

Puedo asegurarte que núnca has estado solo. Muchos de nosotros hemos estado contigo, acompañandote en esa original aventura.
Un abrazo.

Myriam dijo...

Nada mejor que salir de nuestra zona de confort
para aprender sobre nosotros mismos.
He aquí una de las riquezas de viajar.

Besos y gracias por compartir tus emociones.

Myriam dijo...

comfort, digo, vale

Unknown dijo...

Yo también creo que no has estado nunca sólo, o por lo "menos más" solo de lo que tú has querido. También creo que la soledad es un estado de ánimo y cuanto más estás contigo mismo menos solo te encuentras. Yo no puedo menos que felicitarte y agradecer tus lecciones.

Tracy dijo...

Muy bien explicado, me recordaste mi Camino de Santiago , una de las experiencias más bonitas de mi vida.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Tienes razón Juanan. Ahora ya es tarde. Mecagüenlaleche!!!

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Gracias Juan. Te aseguro que se ha notado.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Myriam.
Tienes toda la razón.
Un placer compartirlas.
Musu handi bat.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Gracias Ramón. :-)

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Tracy.
Supongo que tendrá muchas similitudes.

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