VUELTA A LA PENÍNSULA IBÉRCIA EN TREN: Unos días después (II)


LAS SENSACIONES Y LAS EMOCIONES DEL VIAJE

No es fácil resumir las sensaciones de lo vivido viajando solo durante casi un mes. Podría haber escrito antes y seguramente habría contado algo distinto, pero he preferido esperar unos días más y reposar un poco el barullo de emociones que se han ido sucediendo en ese periodo. 

Yo siempre he vivido en un entorno controlado, incluso en los viajes de mochilero, allá en la prehistoria, siempre viajaba con un grupo de amigos que en los peores momentos nos podíamos dar soporte y tranquilidad los unos a los otros.

Este viaje era diferente, solo a conocer mundo, en un recorrido más o menos controlado, eso sí, pero con el desafío de cumplir un objetivo, que no era precisamente “conocer y ver” aunque, la verdad sea dicha, he visto y conocido muchísimo más de lo que en un principio pensaba. Aquí lo que buscaba eran las sensaciones que produce el hecho de viajar solo con un objetivo diferente, que era dar la vuelta a la Península Ibérica, cumpliendo un itinerario y teniendo que buscar todos los días qué hacer.



Los primeros días fueron de esos en los que hubiese costado muy poco dar media vuelta. El primer día fue especialmente “negro” en cuanto a emociones negativas. Además llegué al hotel a las 22,30 h. después de todo un día de viaje. Nadie por la calle, ni taxis...

¡¿Qué cojones hago yo solo aquí?! Me preguntaba. Pero fue precisamente ese primer día en el que recibí un Whatsapp de mi hija con las siguientes palabras:

"Ahora igual estarás nervioso pero vas a aprender y a disfrutar un montón".

De repente me di cuenta de que yo podía con eso y con más. Además, sólo era el primer día, seguro que vendrían días infinitamente mejores.

Hay que tener mucha madurez para ser capaz de decir eso y por eso le di muchísimo valor a ese mensaje.

Pensé en los primeros días de aquel Erasmus que hizo en Finlandia, ya hace unos años, con 19, al que se fue sola y cuyos comienzos seguro que se parecieron mucho a los míos de este viaje.

También me acordé de su reciente viaje a Colombia para realizar "prácticas de empresa" en relación al Master que está cursando. Semanas antes de marchar me ofrecí a acompañarla para que los primeros días no se le hiciesen tan duros, y me respondió: "No, no vengas, quiero ir sola porque tengo que aprender a buscarme la vida."

Sin lugar a dudas, aquellas palabras tuvieron una gran influencia en este viaje.


(Continuará)

8 comentarios:

Juan L. Trujillo dijo...

Es lo que nos pasa a los mayores: terminamos por recibir lecciones de los hijos y los nietos.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Exactamente, Juan :-)

Emilio Manuel dijo...

Para que luego digan que los hijos no pueden dar una lección a los padres.

Saludos

Tracy dijo...

Los hijos siempre nos enseñan cosas a los padres, sobre todo porque ellos han vivido oportunidades que nosotros no pudimos vivir.
Me ha gustado mucho este primer capítulo. ¡Adelante!

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Emilio Manuel.
Efectivamente.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Gracias Tracy.

Myriam dijo...

Gran sabiduría la de tu hija y sí que sabe de lo que habla,
por propia experiencia.

¡Qué lindo todo esto! Los chicos crecen, hacen su vida y nos enseñan cosas.

Te dejé comentario en estas últimas tres entradas.
¡Ah! y otra cosa, me parece muy acertado de tu parte que dejaras
asentarse las emociones unos días, es mucho lo que hay que metabolizar después de una experiencia semejante.

Besarkada handi bat

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Myriam.
Sabía que lo entenderías :-)
Musu handi bat.

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