DAME SEIS HORAS PARA CORTAR UN ÁRBOL...

Si propusiésemos ceder la gestión de una empresa que factura 5 millones de euros a un recién licenciado sin experiencia laboral, nos mirarían de forma rara. Si ya la propuesta fuese cedérsela a una persona que acaba de terminar la FP, nos llevarían directamente a un psiquiatra. Pues eso es lo que estamos haciendo cuando le estamos exigiendo al político de turno que tenga capacidades "de gestión". Políticos que tendrán grandes cualidades para la política, pero no necesariamente para la gestión.

El hecho es que en este mapa de la política española vivimos una ilusión óptica de graves consecuencias, cuando damos por hecho que la obligación de un político es "gestionar bien". Y no es cierto, la verdadera obligación de un político es hacer política, "liderar", tener ideas claras, un programa que llevar adelante y saber motivar a su entorno para que lleve adelante ese proyecto. Ya de la gestión se deberían ocupar los trabajadores públicos, que para eso están.

Gracias a esta terrible confusión entre política y gestión, se ha llegado al modelo de “funcionario chiste de Forges”. Es decir, trabajadores públicos, totalmente desmotivados, desorientados, sin objetivos ni nada que se le parezca, a merced de las órdenes del político de turno que hoy da una orden y mañana la contraria. “Ocurrencias” que decía un amigo.

Conclusión: Un alto grado de desmotivación… crónica. Y esto es muy grave, porque desmotivar es muy fácil, pero recuperar la motivación es un asunto de credibilidad y eso hay que ganárselo con el tiempo.

Hace unas semanas le comentaba a un amigo, concejal recién llegado al puesto, que la primera labor que debería abordar un equipo de gobierno es recuperar a los trabajadores compartiendo con ellos el proyecto que se trae. Cuando compartir quiere decir, debatir, recoger propuestas, mejorar...

Es tiempo lo que hay que invertir, es cierto. Ganar credibilidad, compartir proyectos, no se hace de la noche a la mañana. Es tiempo. Y quizá un político piense que eso es lo único que no tiene. Pero esta inversión es la más productiva de todas, porque una vez que se ha ganado la batalla de la motivación, la capacidad de generar nuevos proyectos, de salvar las dificultades, de GESTIONAR con mayúsculas, crece de una manera exponencial.

Decía Abraham Lincoln: "Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha".


10 comentarios:

Raquel dijo...

Hola Javier,
Yo parto de la base que hay personas que sin tener carrera, o incluso un título de FP, pueden hacer grandes cosa, pero lo suyo es dejar estas cosas en manos se personas mas preparadas.
En cualquier caso... Esto ya no es un problema de Ayuntamientos y política, es un problema que afecta en todos los ámbitos.
Acaso mi jefe pasa conmigo horas charlando y preocupándose se como hago mi trabajo? No. Le interesa que el trabajo este bien hecho, no le importa saber lo que pasé, sudé, lloré por hacerlo bien ni el tiempo que me llevó o lo que tuve que estudiar para lograrlo.
El problema, es que pocas personas en el mundo (salvo excepciones) tienen el don de la empatía. Nadie se pone en la piel del otro... Y en el caso de un trabajo, solo cuenta el resultado final. En el caso de un Ayuntamiento, mas de lo mismo.
Pero en la calle, en cualquier sitio por donde vayas, camines.. La falta de empatía es total. Personas que van a pedir comida y la tiran a la basura. Que nadie deje sentarse en el autobús a un anciano o una embarazada, que solo miremos nuestro bolsillo en vez de mirar por un bien común,... No se si es cuestión de tiempo o no... Ni siquiera se si me he liado y la.entrada ni siquiera una por este lado... Pero si que creo que al ser humano, le empieza a quedar grande lo de "humano".

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Raquel:
Tienes razón con lo de la EMPATÍA. Las empresas funcionan como dices: a ninguna le importa el esfuerzo, sólo se quieren resultados. Pero también es cierto que hay empresas (no tantas como quisiéramos) que son muy sensibles a este tema. Suelen ser empresas que tienen éxito, porque consiguen la implicación de los trabajadores y eso es lo más grande para una empresa, sea pública o privada. Por ahí iban mis reflexiones.
Ahora bien la falta de solidaridad (que no empatía) que se ve en la calle, es fruto del modelo social que tenemos. Y eso creo que es otro asunto.
Un beso.

Raquel dijo...

Javier... Es que igual yo soy muy rebuscada, pero creo que la solidaridad y la conciencia social, es una extensión de la empatía.
Si yo puedo ponerme en la situación del quw pasa hambre, puedo dar de comer. Si yo puedo ponerme en el lugar de una anciana o una embarazada, puedo ceder mi asiento. Si yo puedo ponerme en la situación de un trabajador agotado, puedo ser mas flexible, si puedo ponerme en la situación de un trabajador desmotivado, puedo intentar motivarle.
La empatía es casi el todo en este mundo, pero sus ramificaciones pueden ser miles.
Si yo soy capaz de entender, sentir y meterme en la piel de otra persona... Seguramente este mundo sería no solo más solidario, quizás simplemente no fuera necesario serlo porque todos pensaríamos en el otro y no tanto en uno.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Raquel:
Interesante debate.
Teniendo mucho en común, yo creo que la solidaridad y la conciencia social, no son una extensión de la empatía. Hay mucha gente solidaria que no empatiza. Quizá quiera, pero no puede porque no sabe. Creo que conozco unos cuantos con ese perfil. Ahora bien, no cabe duda de que si además eres una persona empática la cosa mejora mucho :-)

Marcos dijo...

Pues mi parecer es que por mucha buena voluntad, una persona sin una preparación minima, no puede estar al frente de nuestro futuro. Desconozco su curriculum, pero el payaso compañero de la alcaldesa de Barcelona, subiéndose a las mesas, me parece un impresentable, y que asesore en una ciudad tan importante como Barcelona

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Marcos.
Desconozco a esa persona y tampoco conozco la circunstancia que mencionas, pero no estoy seguro de que se le pueda juzgar por ese hecho concreto.
Un abrazo.

Joaquín Galán dijo...

Tu entrada es de una lógica aplastante y sería también el remedio a muchos de los males que padecemos en esta España de sobresaltos,pero ¡ay!, con la política (perdón,con los políticos) hemos topado.El político actual es un arribista la mayoría d elas veces sin vocación política,solo con el afán de escalar puestos para incrementar su poder y así,claro,es imposible hacer política por y para los ciudadanos.Acaparan todo y cambian las leyes sin contar con los técnicos de turno.Yo he sido maestro de Primaria y en mis treinta y cinco años dedicado a la enseñanza he conocido al menos cinco planes distintos de Educación.Pues bien,solo en uno de ellos se nos permitieron participar con escaso peso específico a la hora de promulgar la ley.En los demás,nos los dieron ya hechos,nos gustase o no.Y eso, en efecto, crea apatía y desmotivación entre los funcionarios que somos al fin y al cabo los que desarrollamos las leyes...

Interesante entrada Javier.

Un abrazo

Antorelo dijo...

La formación no está reñida con ser un buen político.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Joaquin.
Totalmente de acuerdo contigo.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Antorelo:
Pero si con ser un buen gestor.
Un abrazo.

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