OCURRENCIAS

Cuando estaba estudiando en la universidad, allá en la prehistoria, recuerdo que en una ocasión nos dijo un profesor, haciendo referencia a la gestión empresarial, que “en épocas de bonanza es bueno incrementar los gastos en las empresas con el fin de poder recortarlos en época de vacas flacas”. La verdad es que no me acuerdo si lo dijo en serio o en broma, pero viendo cómo ha evolucionado la sociedad en estas décadas, todo parece indicar que lo decía totalmente en serio.

Hay cosas con las que en la administración no jugamos y esta es una de ellas: lo que dijo este buen hombre se hizo ley, así que ahora ha llegado el momento de recortar. Y ahí vamos: disminuimos la velocidad máxima de 120 km./h a 110 km/h. Con un par.

Decía un amigo que trabajaba en la administración que “Los políticos no tienen ideas, tienen ocurrencias”. Y oye, en todos estos años me he estado fijando y es cierto. Decía mi amigo, que su responsable político llegaba todos los días a la oficina con la frase: “oye, se me ha ocurrido que podríamos hacer xxx ¿Qué te parece?”

Pues lo de disminuir la velocidad a 110 km/h va por ahí. Por si nos cabía alguna duda el Ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha señalado en una rueda de prensa que en Estados Unidos “hay una limitación de velocidad de 110 km/h en autopista y autovías” desde hace mucho tiempo. O sea, que no sabemos cómo no se le ha ocurrido antes. Me imagino al bueno de Alfredo, allá en el ministerio diciendo: “¡Manolo, búscame algún país que corra menos que nosotros por la autopista, y no me traigas otra vez a Mongolia que se van a pensar que somos gilipollas!”

Yo, la verdad es que trato de tomarme las cosas con humor y paciencia, mucha paciencia, pero hay momentos en los que no puedo más.

Nos meten por los ojos unos cochazos de 400 caballos “que flipas en colores” y que se ponen a 190 por hora sin apenas darte cuenta, y te encuentras en una recta de 10 km en una autovía castellana circulando a 110. Yo es que no puedo.

Y no es que quiera correr, es que me pudre que no tengamos una política energética como es debido, una política energética que promueva el ahorro y no el despilfarro en todos los ámbitos de la vida. Me pudre que no tengamos una política ambiental clara y sin ambages, que potencie sinceramente el transporte público en detrimento del uso del coche, el tren (el de verdad, no el AVE, del que habría mucho que hablar) en detrimento del camión. Me pudre que nuestra política de infraestructuras, en lo concerniente a autopistas sea de llorar. Me pudren estas y otras ocurrencias, que además nos adelantan que son “temporales”, porque… señores, una vez que todo este lío pase, volveremos a correr a 120, volveremos a despilfarrar como antes, así que no os preocupéis.

Ocurrencias. Sólo ocurrencias. Lo coges o lo dejas. Esto es lo que hay.

¡Javi, sonríe!