Autor: Segio Parra, creador del blog XATAKACIENCIA
El problema de la democracia eres tú
Una de las formas más lentas y pesarosas de hallar
la verdad consiste en usar nuestro cerebro, el razonamiento, el sentido
común, el juicio personal.
Porque nuestros procesos cognitivos distan mucho de ser objetivos
y se encuentran continuamente maltratados por sesgos basados en prejuicios,
malos entendidos y cierta tendencia al egocentrismo.
El Yo y la democracia
Es algo de lo que Descartes o Bacon ya
se dieron cuenta, y por ello el primero abogó por la desarticulación del
sistema educativo del siglo XVII y diseñar un “método para dirigir bien la
razón”. Bacon quería ir más lejos aún para crear sistemas de verificación
externas a nuestra mente. Estos mimbres dieron lugar a la Ilustración, y también
al método científico. Por primera vez, la mente humana no era fiable, y
mucho menos las afirmaciones de intelectuales, que debían someterse de igual
modo al escrutinio.
A partir de entonces, pensar empezó a ser menos
importante que demostrar y explicar cómo se había llegado a determinada
conclusión. Parecidas exigencias que se requerían, por ejemplo, al piloto de un
vuelo comercial antes de alzar el vuelo: realizar las decenas de comprobaciones
determinadas por el manual, porque el manual es más fiable que la olvidadiza
mente.
Irónicamente, a la vez que desde el ámbito científico
se ponía en duda la fiabilidad del genio individual y se requería de procesos
de verificación colectivos, se fortalecían ideas psicológicas y políticas
sobre el Yo. El individuo, un concepto desconocido en esencia antes del
XVII, se convertía entonces en el eje de la existencia. Yo pienso que… Yo digo
que… Yo decido que…
La gente no solo empezó a pedir más retratos de sí
mismos, fueran o no monarcas o prohombres (como bien atestiguó Rembrandt),
sino que sus opiniones empezaron a tener las misma consideración de los demás. La
democracia empezó a implantarse cada vez en más países. La gente podía
concurrir a unas elecciones y elegir el programa político que mejor los
representaba.
Sin embargo, como ya nos dejó patente películas como Doce
hombres sin piedad, nuestras decisiones, opiniones y querencias son
caprichosas y raramente se basan en datos objetivos. El despotismo ilustrado
es un concepto que a todos nos horroriza, pero igualmente parece
terrorífico que nuestro futuro esté en manos de caprichos cognitivos, inercias
culturales y millones de personas incultas que ni siquiera leen, estudian y
verifican los contenidos de los programas electorales que respaldan.
Quizá en una democracia verdaderamente democrática se
debería tener en cuenta que no todos los votos cuentan lo mismo. Por ejemplo,
superar un examen de conocimientos básicos sobre el programa votado, podría
ser una forma de que tu voto contara el doble. Sin embargo, nos produce
mucha inquietud diseñar democracias que no sean totalmente igualitarias (a
pesar de que no dejemos votar a los menores de 18 años, por ejemplo). Nos
produce inquietud exigir algo sobre la opinión personal de la gente que
determinará el futuro del mundo a la vez que exigimos a un piloto comercial que
se ciña al manual o no permitimos que el grosor de los pilares maestros de un
edificio se escoja por votación popular, sino que lo imponga un arquitecto bajo
la tutela de normas y regulaciones que no han sido votadas democráticamente.
Son las tiranteces, contradicciones y lagunas
propiciadas por dos ideas diametralmente opuestas: que el sentido común
no es un sentido ni es común (ciencia) y que la opinión personal debe de ser
tan válida como cualquier otra (democracia).
Vale la pena que reflexionemos sobre todo ello. Que
quizá empecemos a iniciar una pequeña revolución como las que otrora iniciaron Descartes
y Bacon, y diseñemos sistemas en los que todos tengamos voz, pero no la
misma voz ni para las mismas cosas. Supondrá una crisis, como lo hizo en su
momento situar a ser humano en el centro de la creación, pero quizá es una
crisis que debemos superar, pues nos jugamos en futuro de nuestra civilización.
5 comentarios:
Hace unos días quise poner a una persona ante sus contradicciones, no sabia hacerlo, la educación te enseña a ello y en España, el pensamiento crítico, no se practica.
Saludos
Hola Emilio Manuel:
¿Pensamiento crítico? ¿Qué es eso? :-)
Un abrazo.
Emilio muchas veces parece que no ha perdido la inocencia bautismal,
Hola Tracy:
Siempre se mantiene un puntito de esperanza :-)
Haces muy bien en dejarnos tarea mientras tu disfrutas de unas buenas vacacioncitas.
Besotes
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